La sociedad que teme a lo desconocido
El miedo es aquella perturbación del ánimo que se genera al enfrentarse a un posible daño y, como lo afirma H. P. Lovecraft en Supernatural horror in Literature (1927), es la emoción más fuerte y primitiva del ser humano; por más que una persona logre destruir todo lo que se encuentra en su interior, es decir, el amor, el odio, las creencias y las dudas, el miedo persistirá, puesto que es este el encargado de que el hombre se aferre a su vida, punto de vista que el escritor estadounidense comparte con el novelista ucraniano, Joseph Conrad. Aunque el miedo sea bastante similar al temor, tanto así que, común e inadvertidamente, se menciona uno cuando se está queriendo referir al otro, ambas son emociones que permiten a los individuos responder a situaciones adversas, pero cuando se habla de temor se alude a la sospecha o percepción mínima de un peligro posible, en otras palabras, es la respuesta anticipada a una situación, es decir, que lo que se teme no ha ocurrido aún; en tanto que, al tratarse del miedo, como se dijo anteriormente, se habla de una reacción al presente, a lo real, o como la rae lo define, es la “angustia” producida “por un riesgo o daño real o imaginario”, también definido como el “recelo o aprensión que una persona tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea” (Real Academia Española, 2021a).