2020
ISSN: 2619-4287 / e-ISSN 2619-4147
https://doi.org/10.28970/hh.2020.2.a3

Artículo de Investigación

Vol 3 nº 2



Problemas con la crítica de Fodor y Lepore al holismo semántico de Davidson



Problems with Fodor’s and Lepore’s criticism of semantic holism

Julián Arango11
Universidad Nacional de Colombia. jufarangosu@unal.edu.co


Recibido: 1/06/2021   Aprobado: 16/07/2021



Como citar:
Arango, J. (2020). Problemas con la crítica de Fodor y Lepore al holismo semántico de Davidson. Humanitas Hodie 3(2). H32a3. https://doi.org/10.28970/hh.2020.2.a3




Resumen



El objetivo de este artículo es problematizar las críticas que hacen Fodor y Lepore en Holism: a shopper’s guide a la teoría holista propuesta por Donald Davidson. Para hacerlo, primero se hará una exposición de la teoría davidsoniana y se expondrán tres de las críticas hechas por Fodor y Lepore: (1) la composicionalidad es necesaria para evitar los enunciados-W; (2) la condición epistemológica de un intérprete radical es problemática; (3) el principio de caridad no tiene ningún uso en la teoría del significado, entonces no se puede derivar una conclusión holista de este principio. Una vez claras las críticas de Fodor y Lepore, se argumentará por qué no tienen un fundamento fuerte y se señalarán alguno problemas que quedan por resolver.

Palabras clave: teoría del significado, Fodor, Davidson, holismo, composicionalidad, principio de caridad, interpretación radical.



Abstract



The purpose of this article is to examine the criticisms made by Fodor and Lepore in Holism: a shopper's guide to the holistic theory proposed by Donald Davidson. To do so, first, we will present the Davidsonian theory and three of the criticisms made by Fodor and Lepore: (1) compositionality is necessary to avoid W-statements; (2) the epistemological condition of a radical interpreter is problematic; (3) The principle of charity has no use in the theory of meaning, so a holistic conclusion of this principle cannot be derived. Then, after clarifying the criticisms of Fodor and Lepore, we argue why they do not have a strong foundation and point out some problems that remain to be solved.

Keywords: Theory of meaning, Fodor, Davidson, holism, compositionality, principle of charity, radical interpretation.



Introducción
Desarrollo
Referencias




Pensemos por un momento en el desarrollo de la ciencia. Este parte de un fenómeno que no podemos explicar y se constituye al articular distintas tesis en teorías que buscan explicarlo. Con el pasar de los años, lo que suele suceder es que el número de teorías se reduce hasta que queda una única teoría que consideramos verdadera, aún si algunos siglos después alguien decide refutarla. El caso es muy distinto con las teorías del significado. Desde hace casi un siglo no existe un acuerdo generalizado sobre qué teoría del significado es la correcta, ni ha disminuido el número de teorías posibles. En contraste, las distintas propuestas parecen aumentar según aumenta el número de filósofos del lenguaje. Esta situación es delicada no solo para quienes se especializan en esta área, toda vez que aceptar una u otra teoría del significado tiene implicaciones en los contextos de la mente, nuestra comprensión del mundo, la comunicación e incluso la percepción.

Si bien las teorías del significado no se han reducido en número, sí parecen haberse agrupado. De esta manera, se crearon facciones con rasgos comunes que parecen enfrentarse continuamente. Una de las contiendas más comunes en la discusión es la que sostienen las teorías holistas y las teorías atomistas del significado. El holismo semántico es una teoría que busca sostener que el significado de todas las palabras de un lenguaje es interdependiente, es decir, si cambiara el significado de la palabra “humano”, cambiaría también el significado del resto de las palabras del lenguaje. Esta interdependencia está asociada al hecho de que el significado de las palabras esté estrechamente ligado a su uso y a la tesis de que una palabra solo tiene sentido en el contexto de una oración, la cual, asimismo, solo tiene sentido en el contexto de un lenguaje.

Más adelante se expondrá la teoría del significado de Davidson, que se puede tomar como ejemplo de una teoría holista. No obstante, el objetivo acá no es solo expositivo. El propósito de este artículo es analizar una crítica controversial realizada al holismo davidsoniano: la propuesta por Jerry Fodor y Ernest Lepore en Holism A Shopper’s Guide. En el prefacio del libro mencionado, los autores dicen que su objetivo no es refutar que sea posible el holismo, sino mostrar que los argumentos propuestos hasta el momento no son ni razonables ni suficientes para dar cuenta del holismo semántico. El fin de este escrito es similar: examinar algunas de las críticas que proponen en contra de Davidson en el tercer capítulo del libro y mostrar por qué no bastan para atacar los argumentos planteados.

En razón a lo anterior, inicialmente se expondrá de manera general la teoría del significado de Davidson como la presenta en Truth and Meaning y Radical Interpretation. Acto seguido, se explicará la crítica de Fodor y Lepore sobre ciertos aspectos específicos de la teoría de Davidson. En este punto se darán razones según las cuales estos argumentos no funcionan para desarticular los elementos de la teoría davidsoniana que se proponen. A manera de conclusión, se propondrán algunas críticas de Fodor y Lepore que aún quedan por resolver.



Teoría del significado de Davidson


En Inquiries into Truth and Interpretation Donald Davidson se propone esbozar una teoría del significado con base en que el significado de los enunciados debe depender del significado de las palabras. Lo anterior es un requisito indispensable a tener en cuenta, pues, de lo contrario, no habría una explicación de cómo se aprende dicho lenguaje ni se podría dar cuenta de la productividad: que, a partir de un vocabulario finito y un conjunto de reglas finito, se pueden producir y entender un número infinito de enunciados (p. 17).

Así, Davidson sugiere que una medida que debería tener en cuenta quien busque formular una teoría del significado es dejar de lado la consideración de que los significados de las palabras deben ser tomados como entidades2 . Con esto como punto de partida, la propuesta del autor es que las palabras tienen un significado solo en la medida en que contribuyen sistemáticamente al significado de los enunciados en los que están presentes. En este sentido, el significado de cada enunciado se explicaría a partir de las palabras que lo componen, como requiere la productividad. No obstante, el significado de cada palabra sería una abstracción tomada de la totalidad de enunciados en los que aparece (p. 22).

Al dejar de lado la suposición de que es necesario que las palabras tengan significados por sí mismas para explicar el significado de los enunciados que componen, se puede dar cuenta del significado de los enunciados sin recurrir al significado de cada palabra que los compone. Más aún, el autor plantea que el significado de los enunciados tiene una propiedad holista: solo es posible tener el significado de un enunciado de un lenguaje al dar el significado de cada enunciado de ese lenguaje (p. 22).

A partir de acá, Davidson se propone a formular una teoría del significado, es decir, una teoría que dé cuenta del significado de cada enunciado de un lenguaje. Para el autor, una forma de dar el significado de un enunciado es dar sus condiciones de verdad, toda vez que, conocer lo que es para cualquier enunciado ser verdadero en un lenguaje, es una forma de mostrar que se entiende dicho lenguaje (p. 24). De esta manera, la forma que podría tomar una teoría del significado sería la misma que la teoría de verdad propuesta por Tarski (p. 23). Una teoría de la verdad de este tipo cumpliría con los requisitos propuestos, ya que da las condiciones de verdad de cada enunciado de un lenguaje (p. 130) y esto correspondería, según lo precisado antes, a dar el significado de cada enunciado de un lenguaje.

Una teoría como la de Tarski proporciona para cada enunciado -s- del lenguaje un enunciado con la forma ‘s es verdadero en el lenguaje ssi p’. En este caso, p sería una traducción de s y correspondería con sus condiciones de verdad (p. 130). Esto parece problemático, porque, si la teoría debe encargarse de dar el significado de s, parece que este se sabe de antemano si es posible formular su traducción, es decir p. La propuesta de Davidson es asumir como verdaderos los enunciados-T para lograr encontrar p sin apelar a nociones como traducción. A saber, propone que p sea reemplazado por cualquier enunciado que es verdadero ssi s es verdadero (p. 134).

Aquí surge otro inconveniente, toda vez que el hecho de que los enunciados-T se tomen como verdaderos no implica necesariamente que s sea verdadero a causa de p, sino que si s es verdadero p tiene que ser verdadero. Entonces, sería plausible admitir que un enunciado-T es verdadero, así p no sea las condiciones de verdad de este enunciado (p. 138):

W: “La nieve es blanca” (s) es verdadero en español ssi el pasto es verde (p).

Un enunciado-T de este tipo sería problemático, pues p no daría las condiciones de verdad de s, por consiguiente, tampoco daría su significado. En lo que sigue de este texto, cuando se haga referencia a enunciados-T con este problema, estos serán llamados enunciados-W.

Para garantizar que no haya enunciados-W, Davidson propone que la teoría debe relacionar las condiciones de verdad conocidas de cada enunciado con los componentes de ese enunciado que aparecen en otros enunciados. Lo anterior quiere decir que la teoría debe relacionar las condiciones de verdad de los enunciados con las palabras que los componen y estas con el resto de enunciados en los que las palabras aparecen (p. 25). En otras palabras, esto significa que las condiciones de verdad de cada enunciado estarían determinadas por su relación con el resto de enunciados del lenguaje. Entonces, las condiciones de verdad de un enunciado dependerían de las condiciones de verdad de cada enunciado del lenguaje.

El problema con los enunciados-W parece estar resuelto siempre y cuando haya enunciados-T en los que haya evidencia de que p es efectivamente las condiciones de verdad de s. Esto resolvería el problema, pues los componentes de estos enunciados ajustarían las condiciones de verdad del resto, aceptando enunciados-T y rechazando enunciados-W. Los candidatos de Davidson para esta tarea serían los enunciados-T en que s corresponde con enunciados demostrativos. Las condiciones de verdad de los enunciados demostrativos deben surgir de la conexión causal entre afirmar el enunciado demostrativo y señalar o presentar el elemento que el enunciado demuestra. Un ejemplo de lo anterior es que “esto es nieve” en español es verdadero ssi a lo que hace referencia ‘esto’ es efectivamente nieve, pues que ‘esto’ sea nieve es la condición para que el enunciado sea verdadero. Esta evidencia hace que no pueda haber enunciados-W verdaderos si s es un enunciado demostrativo. Además, si las condiciones de verdad de un enunciado están determinadas por las condiciones de verdad de cada enunciado —como se propuso en el párrafo anterior—, en un lenguaje en el que haya enunciados demostrativos estos servirían para ajustar la teoría y evitar enunciados-W (p. 26 y sus notas al pie).

Con las bases de su teoría del significado establecidas, Davidson busca demostrar que esta teoría serviría para interpretar los enunciados de un lenguaje que no se conoce. Esto sería equivalente a llegar a saber el significado de cada enunciado del lenguaje que se quiere interpretar sin conocer de antemano ningún enunciado de ese lenguaje. Si hay un intérprete que construye una teoría de un lenguaje cumpliendo estas condiciones epistemológicas, entonces se puede decir que está haciendo interpretación radical.

Para construir una teoría como la propuesta, el autor afirma que un punto de partida sería estimar las actitudes que tiene un hablante al considerar y aceptar un enunciado como verdadero. La ventaja de buscar estas actitudes es que de estas se podría mostrar cuándo un hablante considera o asevera un enunciado como verdadero, sin tener que saber el significado del enunciado. De identificar la circunstancia y el tiempo en que un hablante acepta un enunciado como verdadero, se pueden formular enunciados-T fundados en esta evidencia (p. 135).

En primer lugar, la evidencia podría formularse en enunciados -enunciados-E-ser de la siguiente forma: Kurt pertenece a la comunidad de habla alemana y Kurt consideró verdadero es regnet el sábado a mediodía y estaba lloviendo cerca de Kurt el sábado a mediodía (p. 135).

Del enunciado-E podría proponerse un enunciado-T de la siguiente forma: es regnet es verdadero en alemán cuando es dicho por x en el tiempo t ssi está lloviendo cerca a x en t (p. 135). No obstante, los enunciados-T están universalmente cuantificados, entonces un enunciado-E no parece ser suficiente para derivar un enunciado-T. Por este motivo, Davidson propone que es necesario conseguir más evidencia hasta que se considere posible formular la evidencia de manera general —con un enunciado-EG—: (x)(t) (si x pertenece a la comunidad de habla alemana entonces x considera verdadero es regnet en t ssi está lloviendo cerca a x en t) (p. 135).

Para formular enunciados-EG, es fundamental considerar que se están asignando condiciones de verdad a los enunciados del hablante para que esté en lo correcto cuando se identificó una actitud en el hablante que haría pensar que lo que expresa es verdadero (Davidson, p. 137). La propuesta del autor en este punto es que el intérprete debe utilizar principios de caridad de dos maneras distintas. En primera instancia, debe maximizar el acuerdo entre ambos para poder mapear los enunciados que el hablante considera verdaderos con los que él mismo considera verdaderos. En segundo lugar, se debe maximizar la consistencia que se le atribuye al hablante, de lo contrario no sería posible entenderlo (p. 27).

Expuesto de otra forma, si no hay un background en el que haya acuerdo en la mayoría de las cosas entre hablante e intérprete, sería imposible que uno interpretara al otro (p. 137). Davidson manifiesta que los principios de caridad corresponden con la suposición de que las expresiones del hablante tienen un significado:

If we cannot find a way to interpret the utterances and other behaviour of a creature as revealing a set of beliefs largely consistent and true by our own standards, we have no reason to count that creature as rational, as having beliefs, or a saying anything. (p. 137)

Según lo anterior, no habría problema en aplicar principios de caridad, pues se podría pensar que en una fase posterior de la interpretación puedan ser eliminados al encontrar acuerdo con el hablante y una consistencia en su pensamiento. En caso contrario, no habría motivos para pensar que se trata de un ser con creencias o lenguaje.

Según lo expuesto hasta el momento, la teoría del significado de Davidson podría dar cuenta del significado de todos los enunciados de un lenguaje al dar sus condiciones de verdad. Para asegurarse de no tener enunciados-W, la teoría recurre a la relación que hay entre las condiciones de verdad de cada enunciado con el resto de enunciados, que pueden relacionarse al tener los mismos componentes. Por último, esta teoría serviría para interpretar un lenguaje desconocido por un intérprete, pues, de la evidencia disponible para el intérprete, puede crear enunciados-T que le darían el significado de los enunciados del lenguaje del hablante.



Comentarios a las críticas de Fodor y Lepore

La composicionalidad como necesaria para evitar enunciados-W

En tanto la ética no puede entenderse como una simple reflexión preocupada por criterios de verdad o falsedad, esta no puede ser teoría. Esta es una ética que no se queda en los pseudoproblemas de aquellas que intentan expresar lo inexpresable, sino que, por el contrario, se dirige aporéticamente a los problemas centrales a la experiencia humana. En este sentido, es más similar al tratamiento que da el arte a su sujeto.

El lenguaje proposicional es incapaz de tratar esta ética por múltiples razones, las cuales serán expuestas a continuación. Una de estas, si no la más importante, radica en que las proposiciones no pueden expresarla dada su naturaleza no jerárquica. La ética, que trata imperativos y absolutos, necesariamente tiene que poner ciertas nociones por encima de otras.

Él [Wittgenstein] sostiene que, de hecho, no encontraremos tales afirmaciones [afirmaciones éticas absolutas] expresadas en ningún lugar por proposiciones; porque, como había sostenido también en el Tractatus, las proposiciones no pueden hacer más que expresar hechos, y los hechos están todos en un nivel. (Livingston, 2014, p. 178, la traducción es propia)

El otro problema que trae el lenguaje científico-proposicional al tratar la ética se ve en su entendimiento del significado, pues estos lenguajes parten de separar una palabra de su contexto y aplicarla a otro, lo que es la fuente de la aparente ambigüedad subyacente al lenguaje que se menciona en la sección “Ciencia de la Ética”. El error en este planteamiento está en afirmar que este es un problema intrínseco al lenguaje, no uno que surja por el mal uso de este. Este mal uso consiste en la práctica antes descrita de sacar las palabras de su contexto. Comprender los distintos juegos de lenguaje y la diferencia entre los mismos es lo que nos permite hablar, en un sentido no-proposicional, de la ética. Entonces,

la idea es poner de manifiesto cómo el sentido aparente de las afirmaciones metafísicas depende de desvincular nuestras palabras de cualquier aplicación concreta —práctica, científica, moral, religiosa o de otro tipo—, permitiéndoles así expresar un sentido aparentemente más profundo que el que tienen de otro modo, precisamente porque les negamos cualquier aplicación concreta y, por tanto, cualquier sentido claro. (Backström, 2012, p. 3)

Sobre cómo se habla en ese sentido no-proposicional de la ética, se trata en el siguiente apartado.



Una reflexión práctica

La composicionalidad como necesaria para evitar enunciados-W

En este punto, se expondrá y comentará la crítica relativa a considerar la composicionalidad como un criterio necesario para evitar enunciados-W. En primer lugar, los autores afirman que Davidson presupone que no son posibles los lenguajes no composicionales. Los enunciados de un lenguaje así no podrían tener condiciones de verdad determinadas, pues estas se determinan al tener en cuenta los otros enunciados del lenguaje. Sin embargo, en un lenguaje no composicional esto no sería posible, toda vez que los enunciados no se podrían relacionar al no tener elementos comunes que los compongan (Fodor y Lepore, 1992, pp. 65-66). Para atacar este argumento proponen un experimento mental. Por una parte, se tiene a un niño (N1) que puede utilizar todas las expresiones no recursivas del español, por ejemplo, “esto es nieve”, “esto es blanco” o “la nieve es blanca”, pero no “esto es nieve y la nieve es blanca”. Si se asume que las disposiciones de N1 frente a estas expresiones son las mismas que las de un adulto, es bastante plausible que, cuando N1 diga “la nieve es blanca”, quiera decir que la nieve es blanca. Hasta este punto no habría problema con la composicionalidad, ya que, como el niño tiene en su lenguaje “esto es nieve”, “esto es blanco” y “la nieve es blanca”, entonces su lenguaje cumple con el criterio de composicionalidad para derivar enunciados-T adecuados (p. 65). En otras palabras, no habría problemas en determinar que “la nieve es blanca” es verdadero en el lenguaje de N1 ssi la nieve es blanca.

Por otro lado, hay otro niño (N2) que es igual en cada aspecto a N1, excepto en que las expresiones que utiliza no son estructuradas. En este sentido, N2 utiliza “Alfredo”, cuando N1 utiliza “la nieve es blanca”; “Samuel”, cuando N1 utiliza “esto es nieve”; “María”, cuando N1 utiliza “esto es frío”; y así en todos los casos. Si son idénticos en el resto de aspectos, entonces, cuando N1 utiliza “esto es nieve” para inferir que “esto es frío”, N2 utiliza “Samuel” para inferir “María”. En consecuencia, se podrían traducir las expresiones de N1 a N2 —o viceversa— y sus conductas verbales serían indistinguibles (p. 66).

A fin de reiterar el argumento que se espera criticar, si la composicionalidad es un criterio necesario para determinar las condiciones de verdad adecuadas para las expresiones, entonces una teoría para el lenguaje de N2 no podría delimitar enunciados-W. No obstante, lo que Fodor y Lepore muestran con el experimento mental es que las condiciones de verdad para expresiones de N1 y N2 —“la nieve es blanca” y “Alfredo”— podrían ser las mismas, pues su significado es el mismo. Sin embargo, para determinar las condiciones de verdad de “Alfredo” no fue necesario recurrir a la composicionalidad, pues su lenguaje no es composicional. En este sentido, la composicionalidad no sería necesaria para derivar enunciados-T correctos, lo que hace que la composicionalidad no sea necesaria para evitar enunciados-W. Si no se aceptara la posibilidad de que el lenguaje de N2 tenga condiciones de verdad adecuadas para sus expresiones, tampoco podría aceptarse que el lenguaje de N1 tenga condiciones de verdad adecuadas para las suyas, pues sus expresiones tienen los mismos valores de verdad al ser traducibles y significar lo mismo (p. 66).

La argumentación de Fodor y Lepore en este punto tiene problemas que podrían afectar su crítica a la composicionalidad. Por una parte, sería necesario demostrar que N2 puede inferir de enunciados no composicionales lo que puede inferir N1 de enunciados composicionales. En el caso de N1, se podría decir que el proceso inferencial se da de la siguiente forma: N1 se da cuenta de que x es nieve, y sabe además que la nieve es fría, entonces puede determinar que x es frío. Cabe aclarar que para hacer la inferencia se utilizaron los elementos que componen los enunciados de N1.

En el caso de N2 no parece haber elementos suficientes en “Samuel” y “María” para poder inferir uno del otro. Esto parece plausible solo si se muestra cómo sería posible una inferencia de este estilo sin recurrir a un simple condicionamiento, es decir, que el paso de “Samuel” a “María” se dé en virtud de su contenido y no por un condicionamiento como podría suceder en un animal. De no existir estas razones, esto sería problemático para la crítica de Fodor y Lepore, ya que se presupone que N2 es igual en cada aspecto que N1, pero esto no se seguiría si N2 no puede inferir “María” de “Samuel”. Si N1 y N2 no son idénticos en todos sus aspectos, entonces tampoco habría argumentos para determinar que una traducción de N1 a N2 sea posible manteniendo el significado de todos los enunciados. Sin la traducción, los autores no habrían probado que pueden darse condiciones de verdad determinadas sin apelar a la composicionalidad.

La situación epistemológica de un intérprete radical

Fodor y Lepore se proponen criticar la posibilidad de una interpretación radical pues, según afirman, Quine y Davidson la utilizan para derivar un principio: que nada puede ser un lenguaje a menos que su interpretación radical sea posible. Para Quine y Davidson la interpretación radical es un hecho, pues tanto lingüistas que interpretan lenguas desconocidas, como niños que aprenden el lenguaje, son considerados intérpretes radicales (Fodor y Lepore, 1992, pp. 73-74, 225 nota 13). La crítica de Fodor y Lepore será que en ninguno de los dos casos es posible considerar que hay interpretación radical. Más aún, propondrán que no es posible en ningún caso hacer una interpretación radical. Si esta no es posible, entonces el principio que dice que nada puede ser un lenguaje a menos que su interpretación radical sea posible sería falso, pues entonces nada podría ser un lenguaje. En este punto, se evaluarán si las críticas propuestas son válidas, ya que con estas los autores proponen atacar dos argumentos trascendentales que sostiene Davidson sobre la necesidad de los principios de caridad.

En el caso del lingüista, los autores afirman que no hace una interpretación radical, pues no utiliza las observaciones sobre la conducta del informante como único recurso para determinar qué enunciados-T funcionan. Fodor y Lepore alegan que el lingüista utiliza un background de conocimiento de otros lenguajes, lo que hace que su posición sea incompatible con la de un intérprete radical. Otro elemento que podría ser considerado como parte del background de un lingüista sería el canon utilizado para derivar enunciados-T. Así, el canon podría ser considerado como evidencia para limitar los enunciados-T que la teoría produce más allá de la información sobre la conducta del informante (pp. 74-75).

La crítica que hacen al lingüista como intérprete radical tiene como objetivo adicional desarmar el siguiente argumento trascendental: (1) es imposible hacer interpretación radical sin apelar a principios de caridad; (2) la interpretación radical debe ocurrir cuando la interpretación de un lenguaje desconocido tiene éxito; (3) los lingüistas efectivamente tienen éxito interpretado lenguajes desconocidos, entonces, si 3 se da como factum, 1 debe ser necesario. El problema de este argumento es que depende necesariamente de una identidad entre un lingüista real con un intérprete radical, cosa que según Fodor y Lepore no es posible, pues demostraron que los lingüistas no son intérpretes radicales. De este modo, no sería necesario invocar principios de caridad para hacer una interpretación radical (p. 76).

El problema con la crítica de Fodor y Lepore, en primer lugar, es que consideran que tener un background de conocimiento implica de entrada no poder estar en la situación epistemológica de un intérprete radical. Esto no parece tener que ver con la noción de interpretación radical propuesta tanto por Davidson como por Quine, pues la limitación es que el intérprete radical no puede conocer nociones semánticas acerca del lenguaje que va a interpretar:

In radical interpretation, however, the theory is supposed to supply an understanding of particular utterances that is not given in advance, so the ultimate evidence for the theory cannot be correct sample interpretations. To deal with the general case, the evidence must be of a sort that would be available to someone who does not already know how to interpret utterances the theory is designed to cover: it must be evidence that can be stated without essential use of such linguistic concepts as meaning, interpretation, synonymy, and the like. (Davidson, 1991, p. 128)

Según lo anterior, lo que no puede tener en cuenta el intérprete radical son las muestras de interpretaciones correctas o saber el significado de alguna de las expresiones que se propone interpretar. En razón a esto, se dice que no se pueden utilizar conceptos como significado, interpretación, sinonimia, toda vez que hacen referencia a que no se puede saber ni el significado de algún elemento de ese lenguaje, ni en qué casos la interpretación es correcta, ni qué término es sinónimo de cual. Esto no significa que el hecho de saber cosas sobre el significado, la interpretación o la sinonimia en general implique no estar en la situación de un intérprete radical.

Más aún, si está claro que la restricción tiene que ver con no conocer estos elementos del lenguaje del hablante, entonces tener un canon para derivar los enunciados-T tampoco sería una razón para que no sea considerada una interpretación radical. De hecho, para interpretar a un hablante es necesario mapear lo que se asume como verdadero en el hablante con lo que el intérprete considera como verdadero (pp. 27 y 137). Así mismo, podría pensarse que no sería posible hacer una interpretación radical sin utilizar el propio background de conocimientos. Si los argumentos que se presentan acá sirven para desacreditar la crítica de Fodor y Lepore a la imposibilidad de una interpretación radical por parte de un lingüista, entonces la crítica que hacen al argumento trascendental no sería a lugar. Esta no podría ser, pues sería posible hacer una identidad entre un lingüista real y un intérprete radical, ya que no hay razones para afirmar que lo que hace un lingüista cuando interpreta un lenguaje que no conoce no sea interpretación radical.

Otra crítica que hacen Fodor y Lepore —después de desacreditar que un niño pueda ser un intérprete radical— es que, si la interpretación radical es imposible, no sería necesario el argumento trascendental de Davidson sobre la caridad: (1) si la mayoría de las creencias del hablante no son verdaderas, entonces es imposible aprender ese lenguaje por parte de un intérprete radical; (2) aprender un lenguaje desde la posición epistemológica de un intérprete radical es posible. Si 2 se da, entonces es necesario asumir 1 —que la mayoría de las creencias del hablante son verdaderas—, pues es necesario para que se dé 2. Lo que alegan Fodor y Lepore es que 2 es falso, porque la interpretación radical no es posible. Por ese motivo, aducen que el principio de caridad no es necesario para la interpretación radical (1992, p. 80). No obstante, si los argumentos propuestos hacen que el lingüista pueda ser considerado como un intérprete radical, entonces 2 sería posible y la crítica de Fodor y Lepore no sería a lugar.



El principio de caridad

A Fodor y Lepore (1992) les interesa atacar el principio de caridad, pues, según interpretan a Davidson, esto deriva en un holismo semántico: busca implicar que el significado de los enunciados está determinado por la relación que tienen entre ellos (p. 93). Para criticarlo, intentarán demostrar que no tiene ningún uso en la teoría del significado y, por consiguiente, no se puede derivar una conclusión holista de este principio.

En primer lugar, Fodor y Lepore niegan que el principio de caridad tenga que presuponerse para inferir enunciados-T de enunciados-EG. La razón para esto es que, si se admite que cualquier hablante de una lengua tiene como verdadero un enunciado en cierta circunstancia, y de eso se deriva que ese enunciado es verdadero ssi se da en esa circunstancia, entonces no hay problema en decir que, cuando el hablante exponga ese enunciado en esa circunstancia, está diciendo algo verdadero.

Lo que los autores indican es que el principio de caridad no juega ningún rol en esta inferencia ni parece ser necesario (p. 93).

Adicionalmente, si se pide un principio como el principio de caridad para justificar la inferencia de un enunciado-EG a un enunciado-T se cae en un error. Se mostró ya que los enunciados-EG están justificados por los enunciados-E. Si un enunciado-T se deriva de un enunciado-EG no parecería necesitar mayor justificación que reiterar que el enunciado-EG actúa como una ley —pues es una generalización que acepta contrafácticos— y que esa ley está justificada por enunciados-E. De este modo, el principio de caridad no sería necesario para justificar esta inferencia. Los autores dicen que la única forma de que este paso necesite otra justificación sería encontrar un argumento que muestre que las condiciones para enunciados-T no se pueden reducir a las condiciones para los enunciados-EG (pp. 94-96).

El problema con esta crítica es que Fodor y Lepore no parecen situar la relevancia del principio de caridad en el lugar que corresponde. Según la argumentación de Davidson (1991), el principio de caridad no es utilizado para inferir enunciados-T de enunciados-EG. El principio de caridad es utilizado para asumir que los hablantes consideran un enunciado como verdadero cuando las condiciones para que ese enunciado se dé son correctas (pp. 27, 134-137). Así, el principio de caridad sería necesario siempre que un intérprete quiera formular un enunciado-E, pues los principios de caridad se utilizan para darles sentido a las expresiones del hablante de las cuales no se sabe el significado. De lo contrario, no sería posible tener bases suficientes para formular evidencia.

Con base en lo anterior, hay un aspecto de la crítica de Fodor y Lepore que sería cierto, pues el principio de caridad no tiene ningún uso específico al derivar los enunciados-T de los enunciados-EG. No obstante, el principio de caridad es necesario para que un intérprete pueda formular enunciados-E. Los enunciados-E son las instancias en las cuales se fundamentan los enunciados-EG, pues los enunciados-EG son generalizaciones de los enunciados-E. Entonces, como los enunciados-T se derivan de los enunciados-EG, el principio de caridad sí sería necesario en un sentido para derivar los enunciados-T de los enunciados-EG, pues los enunciados-EG necesitan del principio de caridad para ser formulados.

Problemas por resolver

Un primer punto que queda pendiente por resolver es determinar cuál sería la relación entre la situación epistemológica de un niño con la de un lingüista. En cierto sentido, la crítica propuesta en contra del argumento de Fodor y Lepore en la sección 2 del texto aplicaría en el caso del niño: este podría ser considerado como un intérprete radical aun utilizando ciertas disposiciones naturales para interpretar el lenguaje. Sin embargo, el único elemento que tienen en común un lingüista y un niño es que no conocen ningún enunciado del lenguaje que van a interpretar, pero parecen estar en una condición epistemológica completamente distinta: para comenzar, no es claro si un niño plantea enunciados de evidencia como lo hace el lingüista y si tiene la necesidad de derivar enunciados-T para entender el lenguaje. Si hay más elementos, aparte de no conocer el lenguaje, que puedan caracterizar a ambos como intérpretes radicales, estos deben ser aún explicitados.

Por otra parte, no parece haber una solución al problema propuesto por Fodor y Lepore (1992) acerca de los enunciados coextensivos que no son sinónimos. Este problema es planteado en la sección en que critican la composicionalidad (p. 67) y reformulado en la crítica a los enunciados nomológicos (p. 90). De no haber una solución para este problema, nada asegura que una teoría sea capaz de discriminar enunciados-W si estos contienen elementos coextensivos que no sean sinónimos. Decir que una teoría del significado puede dar cuenta de un lenguaje que no tenga elementos coextensivos no sinónimos, significaría reducir o deformar un lenguaje de manera dramática o tener una teoría del significado con un problema mayor. En razón a esto, queda también abierto el problema de cómo esta teoría podría articular los enunciados coextensivos que no son sinónimos.

Referencias

Davidson, D. (1991). Truth and Meaning y Radical Interpretation. Inquiries into Truth and Interpretation. Clarendon Press.

Fodor, J. y Lepore, E. (1992). Donald Davidson: Meaning Holism and Radical Interpretation. Holism, A Shopper’s Guide. Blackwell Press.

Cómo citar: Arango, J. (2020). Problemas con la crítica de Fodor y Lepore al holismo semántico de Davidson. Humanitas Hodie 3(2). H32a3. https://doi.org/10.28970/hh.2020.2.a3