Artículo de Investigación
Vol 3 nº 2
Problemas con la crítica de Fodor y Lepore al holismo semántico de Davidson
Problems with Fodor’s and Lepore’s criticism of semantic holism
Julián Arango11
Universidad Nacional de Colombia. jufarangosu@unal.edu.co
Recibido: 1/06/2021 Aprobado: 16/07/2021
Arango, J. (2020). Problemas con la crítica de Fodor y Lepore al holismo semántico de Davidson. Humanitas Hodie 3(2). H32a3. https://doi.org/10.28970/hh.2020.2.a3
Resumen
El objetivo de este artículo es problematizar las críticas que hacen Fodor y
Lepore en Holism: a shopper’s
guide a la teoría holista propuesta por Donald Davidson. Para hacerlo, primero se hará una exposición de
la
teoría davidsoniana y se expondrán tres de las críticas hechas por Fodor y Lepore: (1) la
composicionalidad
es necesaria para evitar los enunciados-W; (2) la condición epistemológica de un intérprete radical es
problemática; (3) el principio de caridad no tiene ningún uso en la teoría del significado, entonces no
se puede
derivar una conclusión holista de este principio. Una vez claras las críticas de Fodor y Lepore, se
argumentará por qué no tienen un fundamento fuerte y se señalarán alguno problemas que quedan por
resolver.
Palabras clave: teoría del significado, Fodor, Davidson, holismo, composicionalidad, principio de
caridad, interpretación radical.
Abstract
The purpose of this article is to examine the criticisms made by Fodor and
Lepore in Holism: a shopper's
guide to the holistic theory proposed by Donald Davidson. To do so, first, we will present the
Davidsonian theory and three of the criticisms made by Fodor and Lepore: (1) compositionality is
necessary to
avoid W-statements; (2) the epistemological condition of a radical interpreter is problematic; (3) The
principle of charity has no use in the theory of meaning, so a holistic conclusion of this principle
cannot
be derived. Then, after clarifying the criticisms of Fodor and Lepore, we argue why they do not have a
strong foundation and point out some problems that remain to be solved.
Keywords: Theory of meaning, Fodor, Davidson, holism, compositionality, principle of charity,
radical
interpretation.
Pensemos por un momento en el desarrollo de la ciencia. Este parte de un fenómeno que no podemos
explicar y se constituye al articular distintas tesis en teorías que
buscan explicarlo. Con el pasar de los años, lo que suele suceder es que el número
de teorías se reduce hasta que queda una única teoría que consideramos verdadera,
aún si algunos siglos después alguien decide refutarla. El caso es muy distinto con
las teorías del significado. Desde hace casi un siglo no existe un acuerdo generalizado sobre
qué
teoría del significado es la correcta, ni ha disminuido el número
de teorías posibles. En contraste, las distintas propuestas parecen aumentar según
aumenta el número de filósofos del lenguaje. Esta situación es delicada no solo
para quienes se especializan en esta área, toda vez que aceptar una u otra teoría del
significado tiene implicaciones en los contextos de la mente, nuestra comprensión
del mundo, la comunicación e incluso la percepción.
Si bien las teorías del significado no se han reducido en número, sí parecen haberse
agrupado. De esta manera, se crearon facciones con rasgos comunes que parecen enfrentarse
continuamente. Una de las contiendas más comunes en la discusión es la que
sostienen las teorías holistas y las teorías atomistas del significado. El holismo semántico
es una teoría que busca sostener que el significado de todas las palabras de un lenguaje
es interdependiente, es decir, si cambiara el significado de la palabra “humano”, cambiaría
también
el significado del resto de las palabras del lenguaje. Esta interdependencia
está asociada al hecho de que el significado de las palabras esté estrechamente ligado a
su uso y a la tesis de que una palabra solo tiene sentido en el contexto de una oración,
la cual, asimismo, solo tiene sentido en el contexto de un lenguaje.
Más adelante se expondrá la teoría del significado de Davidson, que se puede
tomar como ejemplo de una teoría holista. No obstante, el objetivo acá no es solo
expositivo. El propósito de este artículo es analizar una crítica controversial realizada al
holismo
davidsoniano: la propuesta por Jerry Fodor y Ernest Lepore en Holism
A Shopper’s Guide. En el prefacio del libro mencionado, los autores dicen que su
objetivo no es refutar que sea posible el holismo, sino mostrar que los argumentos
propuestos hasta el momento no son ni razonables ni suficientes para dar cuenta
del holismo semántico. El fin de este escrito es similar: examinar algunas de las críticas que
proponen en contra de Davidson en el tercer capítulo del libro y mostrar
por qué no bastan para atacar los argumentos planteados.
En razón a lo anterior, inicialmente se expondrá de manera general la teoría del
significado de Davidson como la presenta en Truth and Meaning y Radical Interpretation. Acto
seguido, se explicará la crítica de Fodor y Lepore sobre ciertos aspectos
específicos de la teoría de Davidson. En este punto se darán razones según las
cuales estos argumentos no funcionan para desarticular los elementos de la teoría
davidsoniana que se proponen. A manera de conclusión, se propondrán algunas
críticas de Fodor y Lepore que aún quedan por resolver.
Teoría del significado de Davidson
En Inquiries into Truth and Interpretation Donald Davidson se propone esbozar
una teoría del significado con base en que el significado de los enunciados debe
depender del significado de las palabras. Lo anterior es un requisito indispensable a
tener en cuenta, pues, de lo contrario, no habría una explicación de cómo se aprende dicho
lenguaje ni se podría dar cuenta de la productividad: que, a partir de un
vocabulario finito y un conjunto de reglas finito, se pueden producir y entender un
número infinito de enunciados (p. 17).
Así, Davidson sugiere que una medida que debería tener en cuenta quien busque formular una
teoría del significado es dejar de lado la consideración de que los
significados de las palabras deben ser tomados como entidades2
. Con esto como
punto de partida, la propuesta del autor es que las palabras tienen un significado
solo en la medida en que contribuyen sistemáticamente al significado de los enunciados en
los
que están presentes. En este sentido, el significado de cada enunciado
se explicaría a partir de las palabras que lo componen, como requiere la productividad. No
obstante, el significado de cada palabra sería una abstracción tomada de la
totalidad de enunciados en los que aparece (p. 22).
Al dejar de lado la suposición de que es necesario que las palabras tengan
significados por sí mismas para explicar el significado de los enunciados que
componen, se puede dar cuenta del significado de los enunciados sin recurrir al
significado de cada palabra que los compone. Más aún, el autor plantea que el
significado de los enunciados tiene una propiedad holista: solo es posible tener el
significado de un enunciado de un lenguaje al dar el significado de cada enunciado de ese
lenguaje (p. 22).
A partir de acá, Davidson se propone a formular una teoría del significado, es decir, una
teoría
que dé cuenta del significado de cada enunciado de un lenguaje. Para
el autor, una forma de dar el significado de un enunciado es dar sus condiciones de
verdad, toda vez que, conocer lo que es para cualquier enunciado ser verdadero en
un lenguaje, es una forma de mostrar que se entiende dicho lenguaje (p. 24). De
esta manera, la forma que podría tomar una teoría del significado sería la misma
que la teoría de verdad propuesta por Tarski (p. 23). Una teoría de la verdad de este
tipo cumpliría con los requisitos propuestos, ya que da las condiciones de verdad de
cada enunciado de un lenguaje (p. 130) y esto correspondería, según lo precisado
antes, a dar el significado de cada enunciado de un lenguaje.
Una teoría como la de Tarski proporciona para cada enunciado -s- del lenguaje
un enunciado con la forma ‘s es verdadero en el lenguaje ssi p’. En este caso, p sería
una traducción de s y correspondería con sus condiciones de verdad (p. 130). Esto
parece problemático, porque, si la teoría debe encargarse de dar el significado de s,
parece que este se sabe de antemano si es posible formular su traducción, es decir
p. La propuesta de Davidson es asumir como verdaderos los enunciados-T para lograr encontrar
p
sin apelar a nociones como traducción. A saber, propone que p sea
reemplazado por cualquier enunciado que es verdadero ssi s es verdadero (p. 134).
Aquí surge otro inconveniente, toda vez que el hecho de que los enunciados-T
se tomen como verdaderos no implica necesariamente que s sea verdadero a causa
de p, sino que si s es verdadero p tiene que ser verdadero. Entonces, sería plausible
admitir que un enunciado-T es verdadero, así p no sea las condiciones de verdad de
este enunciado (p. 138):
W: “La nieve es blanca” (s) es verdadero en español ssi el pasto es
verde (p).
Un enunciado-T de este tipo sería problemático, pues p no daría las condiciones de
verdad de s, por consiguiente, tampoco daría su significado. En lo que sigue de este
texto, cuando se haga referencia a enunciados-T con este problema, estos serán
llamados enunciados-W.
Para garantizar que no haya enunciados-W, Davidson propone que la teoría debe
relacionar las condiciones de verdad conocidas de cada enunciado con los componentes de ese
enunciado que aparecen en otros enunciados. Lo anterior quiere
decir que la teoría debe relacionar las condiciones de verdad de los enunciados
con las palabras que los componen y estas con el resto de enunciados en los que
las palabras aparecen (p. 25). En otras palabras, esto significa que las condiciones
de verdad de cada enunciado estarían determinadas por su relación con el resto
de enunciados del lenguaje. Entonces, las condiciones de verdad de un enunciado
dependerían de las condiciones de verdad de cada enunciado del lenguaje.
El problema con los enunciados-W parece estar resuelto siempre y cuando haya
enunciados-T en los que haya evidencia de que p es efectivamente las condiciones
de verdad de s. Esto resolvería el problema, pues los componentes de estos enunciados
ajustarían
las condiciones de verdad del resto, aceptando enunciados-T y
rechazando enunciados-W. Los candidatos de Davidson para esta tarea serían los
enunciados-T en que s corresponde con enunciados demostrativos. Las condiciones de verdad de
los
enunciados demostrativos deben surgir de la conexión causal
entre afirmar el enunciado demostrativo y señalar o presentar el elemento que el
enunciado demuestra. Un ejemplo de lo anterior es que “esto es nieve” en español es
verdadero
ssi a lo que hace referencia ‘esto’ es efectivamente nieve, pues que
‘esto’ sea nieve es la condición para que el enunciado sea verdadero. Esta evidencia
hace que no pueda haber enunciados-W verdaderos si s es un enunciado demostrativo. Además,
si
las condiciones de verdad de un enunciado están determinadas
por las condiciones de verdad de cada enunciado —como se propuso en el párrafo
anterior—, en un lenguaje en el que haya enunciados demostrativos estos servirían
para ajustar la teoría y evitar enunciados-W (p. 26 y sus notas al pie).
Con las bases de su teoría del significado establecidas, Davidson busca demostrar que esta
teoría serviría para interpretar los enunciados de un lenguaje que no
se conoce. Esto sería equivalente a llegar a saber el significado de cada enunciado
del lenguaje que se quiere interpretar sin conocer de antemano ningún enunciado de ese
lenguaje.
Si hay un intérprete que construye una teoría de un lenguaje
cumpliendo estas condiciones epistemológicas, entonces se puede decir que está
haciendo interpretación radical.
Para construir una teoría como la propuesta, el autor afirma que un punto de
partida sería estimar las actitudes que tiene un hablante al considerar y aceptar un
enunciado como verdadero. La ventaja de buscar estas actitudes es que de estas se
podría mostrar cuándo un hablante considera o asevera un enunciado como verdadero, sin tener
que
saber el significado del enunciado. De identificar la circunstancia y el tiempo en que un
hablante acepta un enunciado como verdadero, se pueden
formular enunciados-T fundados en esta evidencia (p. 135).
En primer lugar, la evidencia podría formularse en enunciados -enunciados-E-ser de la
siguiente
forma: Kurt pertenece a la comunidad de habla alemana y
Kurt consideró verdadero es regnet el sábado a mediodía y estaba lloviendo cerca de
Kurt el sábado a mediodía (p. 135).
Del enunciado-E podría proponerse un enunciado-T de la siguiente forma: es regnet es
verdadero
en alemán cuando es dicho por x en el tiempo t ssi está lloviendo
cerca a x en t (p. 135). No obstante, los enunciados-T están universalmente cuantificados,
entonces un enunciado-E no parece ser suficiente para derivar un enunciado-T. Por este
motivo,
Davidson propone que es necesario conseguir más evidencia
hasta que se considere posible formular la evidencia de manera general —con un
enunciado-EG—: (x)(t) (si x pertenece a la comunidad de habla alemana entonces x
considera verdadero es regnet en t ssi está lloviendo cerca a x en t) (p. 135).
Para formular enunciados-EG, es fundamental considerar que se están asignando condiciones de
verdad a los enunciados del hablante para que esté en lo
correcto cuando se identificó una actitud en el hablante que haría pensar que lo
que expresa es verdadero (Davidson, p. 137). La propuesta del autor en este punto
es que el intérprete debe utilizar principios de caridad de dos maneras distintas. En
primera instancia, debe maximizar el acuerdo entre ambos para poder mapear los enunciados
que el
hablante considera verdaderos con los que él mismo considera
verdaderos. En segundo lugar, se debe maximizar la consistencia que se le atribuye
al hablante, de lo contrario no sería posible entenderlo (p. 27).
Expuesto de otra forma, si no hay un background en el que haya acuerdo en la
mayoría de las cosas entre hablante e intérprete, sería imposible que uno interpretara al
otro
(p. 137). Davidson manifiesta que los principios de caridad corresponden
con la suposición de que las expresiones del hablante tienen un significado:
If we cannot find a way to interpret the utterances and other behaviour of a creature as
revealing a set of beliefs largely consistent and
true by our own standards, we have no reason to count that creature
as rational, as having beliefs, or a saying anything. (p. 137)
Según lo anterior, no habría problema en aplicar principios de caridad, pues se
podría pensar que en una fase posterior de la interpretación puedan ser eliminados al
encontrar
acuerdo con el hablante y una consistencia en su pensamiento.
En caso contrario, no habría motivos para pensar que se trata de un ser con
creencias o lenguaje.
Según lo expuesto hasta el momento, la teoría del significado de Davidson podría dar cuenta
del
significado de todos los enunciados de un lenguaje al dar sus
condiciones de verdad. Para asegurarse de no tener enunciados-W, la teoría recurre
a la relación que hay entre las condiciones de verdad de cada enunciado con el resto
de enunciados, que pueden relacionarse al tener los mismos componentes. Por último, esta
teoría
serviría para interpretar un lenguaje desconocido por un intérprete,
pues, de la evidencia disponible para el intérprete, puede crear enunciados-T que
le darían el significado de los enunciados del lenguaje del hablante.
Comentarios a las críticas de Fodor y Lepore
La composicionalidad como necesaria para evitar enunciados-W
En tanto la ética no puede entenderse como una simple reflexión preocupada por
criterios de verdad o falsedad, esta no puede ser teoría. Esta es una ética que no se
queda en los pseudoproblemas de aquellas que intentan expresar lo inexpresable, sino
que, por el contrario, se dirige aporéticamente a los problemas centrales a la experiencia
humana.
En este sentido, es más similar al tratamiento que da el arte a su sujeto.
El lenguaje proposicional es incapaz de tratar esta ética por múltiples razones,
las cuales serán expuestas a continuación. Una de estas, si no la más importante,
radica en que las proposiciones no pueden expresarla dada su naturaleza no jerárquica. La ética,
que
trata imperativos y absolutos, necesariamente tiene que poner
ciertas nociones por encima de otras.
Él [Wittgenstein] sostiene que, de hecho, no encontraremos tales
afirmaciones [afirmaciones éticas absolutas] expresadas en ningún
lugar por proposiciones; porque, como había sostenido también en
el Tractatus, las proposiciones no pueden hacer más que expresar hechos, y los hechos están
todos en
un nivel. (Livingston, 2014, p. 178,
la traducción es propia)
El otro problema que trae el lenguaje científico-proposicional al tratar la ética se
ve en su entendimiento del significado, pues estos lenguajes parten de separar una
palabra de su contexto y aplicarla a otro, lo que es la fuente de la aparente ambigüedad
subyacente
al lenguaje que se menciona en la sección “Ciencia de la Ética”. El
error en este planteamiento está en afirmar que este es un problema intrínseco al
lenguaje, no uno que surja por el mal uso de este. Este mal uso consiste en la práctica antes
descrita de sacar las palabras de su contexto. Comprender los distintos
juegos de lenguaje y la diferencia entre los mismos es lo que nos permite hablar, en
un sentido no-proposicional, de la ética. Entonces,
la idea es poner de manifiesto cómo el sentido aparente de las afirmaciones metafísicas depende
de
desvincular nuestras palabras de
cualquier aplicación concreta —práctica, científica, moral, religiosa o
de otro tipo—, permitiéndoles así expresar un sentido aparentemente
más profundo que el que tienen de otro modo, precisamente porque
les negamos cualquier aplicación concreta y, por tanto, cualquier sentido claro. (Backström,
2012,
p. 3)
Sobre cómo se habla en ese sentido no-proposicional de la ética, se trata en el siguiente
apartado.
Una reflexión práctica
La composicionalidad como necesaria para evitar enunciados-W
En este punto, se expondrá y comentará la crítica relativa a considerar la composicionalidad como
un
criterio necesario para evitar enunciados-W. En primer lugar,
los autores afirman que Davidson presupone que no son posibles los lenguajes no
composicionales. Los enunciados de un lenguaje así no podrían tener condiciones
de verdad determinadas, pues estas se determinan al tener en cuenta los otros
enunciados del lenguaje. Sin embargo, en un lenguaje no composicional esto no
sería posible, toda vez que los enunciados no se podrían relacionar al no tener
elementos comunes que los compongan (Fodor y Lepore, 1992, pp. 65-66). Para atacar este
argumento
proponen un experimento mental. Por una parte, se tiene a
un niño (N1) que puede utilizar todas las expresiones no recursivas del español,
por ejemplo, “esto es nieve”, “esto es blanco” o “la nieve es blanca”, pero no “esto es
nieve y la nieve es blanca”. Si se asume que las disposiciones de N1 frente a estas
expresiones son las mismas que las de un adulto, es bastante plausible que, cuando
N1 diga “la nieve es blanca”, quiera decir que la nieve es blanca. Hasta este punto
no habría problema con la composicionalidad, ya que, como el niño tiene en su
lenguaje “esto es nieve”, “esto es blanco” y “la nieve es blanca”, entonces su lenguaje
cumple con el criterio de composicionalidad para derivar enunciados-T adecuados
(p. 65). En otras palabras, no habría problemas en determinar que “la nieve es blanca” es
verdadero
en el lenguaje de N1 ssi la nieve es blanca.
Por otro lado, hay otro niño (N2) que es igual en cada aspecto a N1, excepto
en que las expresiones que utiliza no son estructuradas. En este sentido, N2 utiliza
“Alfredo”, cuando N1 utiliza “la nieve es blanca”; “Samuel”, cuando N1 utiliza “esto
es nieve”; “María”, cuando N1 utiliza “esto es frío”; y así en todos los casos. Si son
idénticos en el resto de aspectos, entonces, cuando N1 utiliza “esto es nieve” para
inferir que “esto es frío”, N2 utiliza “Samuel” para inferir “María”. En consecuencia,
se podrían traducir las expresiones de N1 a N2 —o viceversa— y sus conductas
verbales serían indistinguibles (p. 66).
A fin de reiterar el argumento que se espera criticar, si la composicionalidad es
un criterio necesario para determinar las condiciones de verdad adecuadas para
las expresiones, entonces una teoría para el lenguaje de N2 no podría delimitar
enunciados-W. No obstante, lo que Fodor y Lepore muestran con el experimento
mental es que las condiciones de verdad para expresiones de N1 y N2 —“la nieve es
blanca” y “Alfredo”— podrían ser las mismas, pues su significado es el mismo. Sin
embargo, para determinar las condiciones de verdad de “Alfredo” no fue necesario
recurrir a la composicionalidad, pues su lenguaje no es composicional. En este sentido, la
composicionalidad no sería necesaria para derivar enunciados-T correctos,
lo que hace que la composicionalidad no sea necesaria para evitar enunciados-W. Si
no se aceptara la posibilidad de que el lenguaje de N2 tenga condiciones de verdad
adecuadas para sus expresiones, tampoco podría aceptarse que el lenguaje de N1
tenga condiciones de verdad adecuadas para las suyas, pues sus expresiones tienen
los mismos valores de verdad al ser traducibles y significar lo mismo (p. 66).
La argumentación de Fodor y Lepore en este punto tiene problemas que podrían
afectar su crítica a la composicionalidad. Por una parte, sería necesario demostrar
que N2 puede inferir de enunciados no composicionales lo que puede inferir N1
de enunciados composicionales. En el caso de N1, se podría decir que el proceso
inferencial se da de la siguiente forma: N1 se da cuenta de que x es nieve, y sabe
además que la nieve es fría, entonces puede determinar que x es frío. Cabe aclarar que para
hacer la
inferencia se utilizaron los elementos que componen los enunciados de N1.
En el caso de N2 no parece haber elementos suficientes en “Samuel” y “María”
para poder inferir uno del otro. Esto parece plausible solo si se muestra cómo sería
posible una inferencia de este estilo sin recurrir a un simple condicionamiento, es
decir, que el paso de “Samuel” a “María” se dé en virtud de su contenido y no por un
condicionamiento como podría suceder en un animal. De no existir estas razones,
esto sería problemático para la crítica de Fodor y Lepore, ya que se presupone que
N2 es igual en cada aspecto que N1, pero esto no se seguiría si N2 no puede inferir
“María” de “Samuel”. Si N1 y N2 no son idénticos en todos sus aspectos, entonces
tampoco habría argumentos para determinar que una traducción de N1 a N2 sea
posible manteniendo el significado de todos los enunciados. Sin la traducción, los
autores no habrían probado que pueden darse condiciones de verdad determinadas
sin apelar a la composicionalidad.
La situación epistemológica de un intérprete radical
Fodor y Lepore se proponen criticar la posibilidad de una interpretación radical
pues, según afirman, Quine y Davidson la utilizan para derivar un principio: que
nada puede ser un lenguaje a menos que su interpretación radical sea posible. Para
Quine y Davidson la interpretación radical es un hecho, pues tanto lingüistas que
interpretan lenguas desconocidas, como niños que aprenden el lenguaje, son considerados
intérpretes radicales (Fodor y Lepore, 1992, pp. 73-74, 225 nota 13). La
crítica de Fodor y Lepore será que en ninguno de los dos casos es posible considerar
que hay interpretación radical. Más aún, propondrán que no es posible en ningún
caso hacer una interpretación radical. Si esta no es posible, entonces el principio
que dice que nada puede ser un lenguaje a menos que su interpretación radical
sea posible sería falso, pues entonces nada podría ser un lenguaje. En este punto,
se evaluarán si las críticas propuestas son válidas, ya que con estas los autores
proponen atacar dos argumentos trascendentales que sostiene Davidson sobre la
necesidad de los principios de caridad.
En el caso del lingüista, los autores afirman que no hace una interpretación
radical, pues no utiliza las observaciones sobre la conducta del informante como
único recurso para determinar qué enunciados-T funcionan. Fodor y Lepore alegan
que el lingüista utiliza un background de conocimiento de otros lenguajes, lo que
hace que su posición sea incompatible con la de un intérprete radical. Otro elemento que podría
ser considerado como parte del background de un lingüista sería
el canon utilizado para derivar enunciados-T. Así, el canon podría ser considerado como
evidencia para limitar los enunciados-T que la teoría produce más allá de la
información sobre la conducta del informante (pp. 74-75).
La crítica que hacen al lingüista como intérprete radical tiene como objetivo
adicional desarmar el siguiente argumento trascendental: (1) es imposible hacer
interpretación radical sin apelar a principios de caridad; (2) la interpretación radical
debe ocurrir cuando la interpretación de un lenguaje desconocido tiene éxito; (3)
los lingüistas efectivamente tienen éxito interpretado lenguajes desconocidos, entonces, si 3 se
da como factum, 1 debe ser necesario. El problema de este argumento es que depende
necesariamente de una identidad entre un lingüista real con un
intérprete radical, cosa que según Fodor y Lepore no es posible, pues demostraron
que los lingüistas no son intérpretes radicales. De este modo, no sería necesario
invocar principios de caridad para hacer una interpretación radical (p. 76).
El problema con la crítica de Fodor y Lepore, en primer lugar, es que consideran
que tener un background de conocimiento implica de entrada no poder estar en la
situación epistemológica de un intérprete radical. Esto no parece tener que ver con
la noción de interpretación radical propuesta tanto por Davidson como por Quine,
pues la limitación es que el intérprete radical no puede conocer nociones semánticas acerca del
lenguaje que va a interpretar:
In radical interpretation, however, the theory is supposed to supply an
understanding of particular utterances that is not given in advance,
so the ultimate evidence for the theory cannot be correct sample interpretations. To deal with
the general case, the evidence must be of
a sort that would be available to someone who does not already know
how to interpret utterances the theory is designed to cover: it must be
evidence that can be stated without essential use of such linguistic
concepts as meaning, interpretation, synonymy, and the like. (Davidson, 1991, p. 128)
Según lo anterior, lo que no puede tener en cuenta el intérprete radical son las
muestras de interpretaciones correctas o saber el significado de alguna de las expresiones que
se propone interpretar. En razón a esto, se dice que no se pueden utilizar
conceptos como significado, interpretación, sinonimia, toda vez que hacen referencia a que no se
puede saber ni el significado de algún elemento de ese lenguaje,
ni en qué casos la interpretación es correcta, ni qué término es sinónimo de cual.
Esto no significa que el hecho de saber cosas sobre el significado, la interpretación
o la sinonimia en general implique no estar en la situación de un intérprete radical.
Más aún, si está claro que la restricción tiene que ver con no conocer estos elementos del
lenguaje del hablante, entonces tener un canon para derivar los enunciados-T tampoco sería una
razón para que no sea considerada una interpretación
radical. De hecho, para interpretar a un hablante es necesario mapear lo que se
asume como verdadero en el hablante con lo que el intérprete considera como
verdadero (pp. 27 y 137). Así mismo, podría pensarse que no sería posible hacer
una interpretación radical sin utilizar el propio background de conocimientos. Si
los argumentos que se presentan acá sirven para desacreditar la crítica de Fodor y
Lepore a la imposibilidad de una interpretación radical por parte de un lingüista,
entonces la crítica que hacen al argumento trascendental no sería a lugar. Esta
no podría ser, pues sería posible hacer una identidad entre un lingüista real y un
intérprete radical, ya que no hay razones para afirmar que lo que hace un lingüista
cuando interpreta un lenguaje que no conoce no sea interpretación radical.
Otra crítica que hacen Fodor y Lepore —después de desacreditar que un niño
pueda ser un intérprete radical— es que, si la interpretación radical es imposible,
no sería necesario el argumento trascendental de Davidson sobre la caridad: (1) si
la mayoría de las creencias del hablante no son verdaderas, entonces es imposible
aprender ese lenguaje por parte de un intérprete radical; (2) aprender un lenguaje
desde la posición epistemológica de un intérprete radical es posible. Si 2 se da,
entonces es necesario asumir 1 —que la mayoría de las creencias del hablante son
verdaderas—, pues es necesario para que se dé 2. Lo que alegan Fodor y Lepore es
que 2 es falso, porque la interpretación radical no es posible. Por ese motivo, aducen que el
principio de caridad no es necesario para la interpretación radical (1992,
p. 80). No obstante, si los argumentos propuestos hacen que el lingüista pueda
ser considerado como un intérprete radical, entonces 2 sería posible y la crítica de
Fodor y Lepore no sería a lugar.
El principio de caridad
A Fodor y Lepore (1992) les interesa atacar el principio de caridad, pues, según
interpretan a Davidson, esto deriva en un holismo semántico: busca implicar que
el significado de los enunciados está determinado por la relación que tienen entre
ellos (p. 93). Para criticarlo, intentarán demostrar que no tiene ningún uso en la
teoría del significado y, por consiguiente, no se puede derivar una conclusión holista
de este principio.
En primer lugar, Fodor y Lepore niegan que el principio de caridad tenga que
presuponerse para inferir enunciados-T de enunciados-EG. La razón para esto es
que, si se admite que cualquier hablante de una lengua tiene como verdadero un
enunciado en cierta circunstancia, y de eso se deriva que ese enunciado es verdadero ssi se da
en esa circunstancia, entonces no hay problema en decir que, cuando el
hablante exponga ese enunciado en esa circunstancia, está diciendo algo verdadero.
Lo que los autores indican es que el principio de caridad no juega ningún rol en esta
inferencia ni parece ser necesario (p. 93).
Adicionalmente, si se pide un principio como el principio de caridad para justificar la
inferencia de un enunciado-EG a un enunciado-T se cae en un error. Se mostró ya que los
enunciados-EG están justificados por los enunciados-E. Si un enunciado-T se deriva de un
enunciado-EG no parecería necesitar mayor justificación
que reiterar que el enunciado-EG actúa como una ley —pues es una generalización
que acepta contrafácticos— y que esa ley está justificada por enunciados-E. De
este modo, el principio de caridad no sería necesario para justificar esta inferencia.
Los autores dicen que la única forma de que este paso necesite otra justificación
sería encontrar un argumento que muestre que las condiciones para enunciados-T
no se pueden reducir a las condiciones para los enunciados-EG (pp. 94-96).
El problema con esta crítica es que Fodor y Lepore no parecen situar la relevancia del principio
de caridad en el lugar que corresponde. Según la argumentación de
Davidson (1991), el principio de caridad no es utilizado para inferir enunciados-T
de enunciados-EG. El principio de caridad es utilizado para asumir que los hablantes consideran
un enunciado como verdadero cuando las condiciones para que
ese enunciado se dé son correctas (pp. 27, 134-137). Así, el principio de caridad
sería necesario siempre que un intérprete quiera formular un enunciado-E, pues los
principios de caridad se utilizan para darles sentido a las expresiones del hablante
de las cuales no se sabe el significado. De lo contrario, no sería posible tener bases
suficientes para formular evidencia.
Con base en lo anterior, hay un aspecto de la crítica de Fodor y Lepore que
sería cierto, pues el principio de caridad no tiene ningún uso específico al derivar
los enunciados-T de los enunciados-EG. No obstante, el principio de caridad es
necesario para que un intérprete pueda formular enunciados-E. Los enunciados-E
son las instancias en las cuales se fundamentan los enunciados-EG, pues los enunciados-EG son
generalizaciones de los enunciados-E. Entonces, como los enunciados-T se derivan de los
enunciados-EG, el principio de caridad sí sería necesario en
un sentido para derivar los enunciados-T de los enunciados-EG, pues los enunciados-EG necesitan
del principio de caridad para ser formulados.
Problemas por resolver
Un primer punto que queda pendiente por resolver es determinar cuál sería la
relación entre la situación epistemológica de un niño con la de un lingüista. En
cierto sentido, la crítica propuesta en contra del argumento de Fodor y Lepore en la
sección 2 del texto aplicaría en el caso del niño: este podría ser considerado como
un intérprete radical aun utilizando ciertas disposiciones naturales para interpretar el
lenguaje. Sin embargo, el único elemento que tienen en común un lingüista y
un niño es que no conocen ningún enunciado del lenguaje que van a interpretar,
pero parecen estar en una condición epistemológica completamente distinta: para
comenzar, no es claro si un niño plantea enunciados de evidencia como lo hace el
lingüista y si tiene la necesidad de derivar enunciados-T para entender el lenguaje.
Si hay más elementos, aparte de no conocer el lenguaje, que puedan caracterizar a
ambos como intérpretes radicales, estos deben ser aún explicitados.
Por otra parte, no parece haber una solución al problema propuesto por Fodor y
Lepore (1992) acerca de los enunciados coextensivos que no son sinónimos. Este
problema es planteado en la sección en que critican la composicionalidad (p. 67)
y reformulado en la crítica a los enunciados nomológicos (p. 90). De no haber una
solución para este problema, nada asegura que una teoría sea capaz de discriminar
enunciados-W si estos contienen elementos coextensivos que no sean sinónimos.
Decir que una teoría del significado puede dar cuenta de un lenguaje que no tenga
elementos coextensivos no sinónimos, significaría reducir o deformar un lenguaje
de manera dramática o tener una teoría del significado con un problema mayor. En
razón a esto, queda también abierto el problema de cómo esta teoría podría articular
los enunciados coextensivos que no son sinónimos.
Referencias
Davidson, D. (1991). Truth and Meaning y Radical Interpretation. Inquiries into
Truth and Interpretation. Clarendon Press.
Fodor, J. y Lepore, E. (1992). Donald Davidson: Meaning Holism and Radical Interpretation.
Holism, A Shopper’s Guide. Blackwell Press.
Cómo citar: Arango, J. (2020). Problemas con la crítica de Fodor y Lepore al holismo
semántico de
Davidson. Humanitas Hodie 3(2). H32a3. https://doi.org/10.28970/hh.2020.2.a3