Artículo de Investigación
Vol 3 nº 1
La memoria como interpretación de sí en la obra autobiográfica de Nélida Piñon.
The Memory as Self-Understanding in the Autobiographical Work of Nelida Piñon
Yuly Paola Martínez Sánchez1
Recibido: 11/04/2021 Aprobado: 28/05/2021
Resumen
Este artículo propone un acercamiento a la obra autobiográfica de la escritora brasilera Nélida Piñon,
específicamente a los trabajos Coração andarilho y Livro das horas, desde la noción de identidad
narrativa de Paul Ricoeur. El objetivo es demostrar el modo en que la autora emplea el recurso de la
memoria para narrar el proceso de interpretación de sí que implica la escritura autobiográfica. El uso
de la memoria le permite asignar una condición de tránsito al yo autobiográfico en la medida en que este
se constituye durante el movimiento entre aquello que Ricoeur llama la dimensión de la mismidad del ser
y la ipseidad o anhelo de ser.
Palabras clave: Nélida Piñon, identidad narrativa, interpretación de sí, autobiografía, memoria.
Abstract
This article proposes an approach to the autobiographical work of the brazilian writer Nélida Piñon,
specifically the works Coração Andarilho and Livro das Horas from the narrative identity notion. The
purpose is to demonstrate the way in which the author uses the memory resource to narrate the process of
self-understanding involved in autobiographical writing. The use of memory gives a movement condition to
the autobiographical voice, since this constitutes itself during the movement between between
idem-identity and ipse-identity
Keywords: Nélida Piñon, narrative identity, self-understanding, autobiography, memory.
Notas:
1 Licenciada en Humanidades: Español e Inglés de la Universidad Pedagógica Nacional. Magíster
en Estudios
Literarios de la Universidad Nacional de Colombia. Doctora en Historia de la Literatura de la
Universidade Federal do Rio Grande. Actualmente se desempeña como gestora de pruebas de lenguaje del
Icfes.
Correo electrónico: ypmartinezs@gmail.com
Mas são a memória e a invenção
que dizem quem sou.
Nélida Piñon
La palabra en la autobiografía es la revelación de una búsqueda incesante de sí, la cual es
emprendida desde el primer momento en que el escritor se arriesga a crear imágenes a través del
poder de las palabras, pero solo encuentra su espacio de concreción cuando este decide escribir su
vida. Los trabajos de narrativa autobiográfica de los últimos tiempos han demostrado que para los
escritores que alcanzan una madurez literaria, producto de la experiencia de los años, es casi
imposible escapar de ese sentimiento y necesidad de buscarse y reinventarse a través de la
escritura. En otras palabras, es solo en una edad avanzada que el escritor se enfrenta a la
escritura de sí mismo, convirtiéndose en narrador y personaje de su historia de vida. Para Ricoeur
(1996), esa condición en la que el yo de la enunciación se designa a sí mismo como enunciador
desemboca en la identidad narrativa, en la medida en que el personaje se convierte en la propia
intriga de la narrativa.
En esta experiencia de escritura, el autor tiene libertad completa para pensarse, imaginarse y
crearse a sí mismo. La autobiografía se convierte entonces en la forma literaria predilecta para
develar esa necesidad de volver sobre la propia existencia en búsqueda de razones que expliquen la
estadía de su ser en el mundo, lo cual coincide con el pensamiento de Ricoeur, quien sostiene que la
comprensión de sí encuentra en la narrativa una mediación privilegiada. Esto ocurre porque en la
construcción narrativa del yo o de la identidad narrativa se posibilita la convergencia de las
interpretaciones de la historia personal o la experiencia vivida con las invenciones, es decir lo
que fabulamos de esa historia personal, que se presentan como versiones de lo que el yo cree o desea
ser (1996).
Precisamente la tensión entre la experiencia vivida y las invenciones del yo son los elementos que
constituyen la identidad narrativa. Ricoeur asigna a la noción de mismidad la dimensión estructural
del ser, es decir aquello que perdura y permanece en el tiempo, el carácter por el que la persona se
torna identificable, lo que el yo rescata de la experiencia vivida. Por otro lado, la noción de
ipseidad representa de cierto modo un desequilibrio de identidad en tanto, en un acto angustiante de
no reconocerse a sí mismo, el yo crea una versión de lo que anhela ser. De ahí que Ricoeur considere
que en la construcción de la identidad narrativa, el yo, al mirar o reflexionar sobre sí mismo,
termina escribiendo la historia de otro.
La interacción con las obras Coração andarilho (2009) y Livro das horas (2012), de la escritora
brasilera Nélida Piñon2, me permite pensar la escritura autobiográfica en estos términos, pues la
interpretación de sí a la que se entrega la escritora propicia un tránsito entre las imágenes del
pasado, tras esos rastros que definen su ser, o, en términos de Ricoeur, su dimensión de mismidad, y
las proyecciones que hace de sí misma, es decir, su carácter de ipseidad, apoyada en el poder
inventivo de la memoria. Así, el recurso de la memoria se vuelve fundamental en ese proceso de
construcción narrativa del yo en las obras de Piñon. La memoria posibilita ese movimiento casi
imperceptible entre aquellas experiencias que perduran y definen el ser de la escritora y las
versiones que fabula sobre sí misma. Por ello, el objetivo de este artículo es presentar el modo en
que la autora emplea el recurso de la memoria para narrar el proceso de interpretación de sí que
implica la escritura autobiográfica, en diálogo con la idea de identidad narrativa propuesta por
Paul Ricoeur en su texto Sí mismo como otro (1996).
Para demostrar dicha incidencia de la memoria en la constitución narrativa del yo autobiográfico, en
primer momento, presentaré el modo en que la memoria aparece con el ejercicio de autoobservación o
reflexión sobre sí misma para propiciar un viaje íntimo entre pasado, presente y futuro de forma
indistinta. Este tránsito simula el movimiento que da sustento a la constitución de la identidad
narrativa, a saber, entre la mismidad y la ipseidad del ser. A esto sumo el carácter inventivo de la
memoria, que le permite a la autora ficcionalizar versiones de sí en la escritura autobiográfica, lo
que a su vez fortalece esa idea de constitución de sí como el tránsito entre lo que permanece del yo
y el anhelo de ser, pues las versiones ficcionalizadas de la escritora representan los otros yo que
desearía ser.
Escritura autobiográfica: el tránsito de la memoria
En sus obras, Nélida Piñon emprende un viaje íntimo que persigue la construcción del yo y en ese
camino intenta reconocer las marcas que definen su estar en el mundo como escritora: “Tento
desvendar quem sou, ou os demais, sem êxito. Pergunto- me, então, porque escrevo? Será porque não
dispenso o mistério, não me quero traduzida? E nem me quero intima de mim mesma?” (Piñon, 2012, pp.
100-101) 2.
Las primeras marcas de ese viaje íntimo o tránsito en búsqueda de sí se expresan en un ejercicio de autoobservación. Como Narciso, Nélida ve su reflejo en el espejo o en las aguas de la laguna, que observa desde la ventana de su apartamento, y se contempla en un intento de definición de sí misma:
E, ao despertar, o primeiro que faço é beber com a cobiça dos olhos as águas da Lagoa. Elas saíram da fonte de Ponce de León, na Florida, encarregada de rejuvenescer a quem recorre a ela. Graças a este espírito, a Lagoa prorroga a minha permanência entre os vivos. (Piñon, 2009, p. 225)
El estado de autorreflexión al que incita la observación de la laguna y el espejo le permite al yo saberse vivo, porque el reflejo revela la existencia del cuerpo como presencia material en el mundo. De otro lado, el yo rejuvenece y transforma su visión de sí al narrarse como resultado de dicha autorreflexión.
En ese ejercicio de mirada introspectiva, producida por el efecto del reflejo del espejo o del agua de la laguna, irrumpen imágenes fugaces de su memoria que suman al viaje íntimo una experiencia de movimiento, pues Nélida vuelve a su infancia y adolescencia tras los rastros de su vocación. Con esto, la travesía de la escritura autobiográfica en Nélida Piñon es sobre todo temporal, pero no en una dimensión cronológica, sucesiva y con pretensiones de coherencia; todo lo contrario, esta experiencia sale de los esquemas racionales, porque es el tiempo de la memoria. Por ser de la memoria no implica que la experiencia temporal permanezca en el pasado, ya que las imágenes que la escritora crea del yo no distinguen fronteras entre pretérito, presente y futuro, sino que transitan con libertad y se transforman en la construcción inacabada de su ser en el mundo.
Por lo tanto, la aparición de la memoria en la narrativa autobiográfica de Nélida Piñon hace que su yo transite no solo por el pasado, tras las imágenes de lo que fue y que ella relata como justificaciones de su vocación, sino también por el presente, porque las imágenes que permanecen en su memoria toman forma solo cuando son reinventadas para dar sentido a la dimensión de mismidad de su ser; y también transita por el futuro, como proyección de lo que el yo de la narración desearía ser, es decir, en su dimensión de ipseidad. Este tránsito no es secuencial ni demarcado, pues las imágenes o los recuerdos se entrelazan como si hicieran parte de un tiempo amplio y a la vez múltiple. Así, el tiempo de la memoria, determinante en el viaje autobiográfico de Nélida, es subjetivo y metafísico, y, sobre todo, es ficcional, de la invención. La misma escritora define el tiempo de su existencia como “um tempo intemporal” (Piñon, 2009, p. 225).
Como vemos, la condición de tránsito que adquiere la narrativa autobiográfica de la autora está determinada por el recurso de la memoria como movimiento. Siguiendo a Souza, ese movimiento está representado en la “animação da imagen, fazendo-a se deslocar no tempo” (2010, p. 258), esto es, aquello que la memoria recupera del pasado es reconducido al presente de aquel que recuerda, trascendiendo límites físicos de espacio y tiempo. Sin duda, ese movimiento no es uniforme, todo lo contrario, el yo vaga a su antojo entre todas las imágenes que su memoria le entrega sin prestar atención a continuidades o coherencias entre uno u otro acontecimiento.
Siguiendo los ritmos de la memoria, la forma de la narración adquiere también un sentido transitorio, generando una estructura abierta, móvil, fragmentada y ambigua. Nélida va y vuelve recordando, corrigiendo o repitiendo hechos ya nombrados, imaginando y reinventando; en otras palabras, va haciendo presentes aquellas imágenes ausentes que posibilitan la construcción de su ser. La escritora narra su vida a modo de fragmentos o retazos de imágenes que recuerda, porque la memoria también es ragmentada e imprecisa (Souza, 2012). Experiencias de un pasado lejano de su niñez se entretejen con imágenes de una Nélida más contemporánea, luego regresa a un pasado que evoca sus años de adolescencia y juventud, y puede que se traslade aun más en el pasado para retomar la exploración de algún hecho de su infancia. Así, los instantes que perduran en su memoria se perciben como esas marcas que permanecen en el tiempo e identifican su mismidad, para volver a los términos de Ricoeur.
Según Souza (2010), el hecho de que la memoria traslade una imagen del pasado para el presente, además de implicar un movimiento temporal, involucra un proceso creativo, pues para hacer presente una imagen es necesaria la fuerza creadora de los sentidos. En la misma perspectiva, Norberto Bobbio en su texto O tempo da memória (1997) sostiene que para reconstruir así sea un fragmento de la vida pasada es necesario un trabajo paciente de restauración de pequeños trazos de la memoria que aparecen y desaparecen como sobresaltos en la oscuridad. Esto es, la memoria revela solo destellos, instantes o imágenes vagas del pasado que son reactivadas por efectos emotivos. Para darle sentido al contenido de la memoria en el presente, es necesaria la intervención de la invención, pues esta completa la imagen o el recuerdo que la memoria solo retiene de manera difusa.
En esa misma dirección Nélida Piñon concibe la memoria:
Sem dúvida, a memória nutre-se de sobras empilhadas nos cantos escuros do porão da casa. Estes restos, longe da vista, suplicam ficar a sós comigo, que eu lhes dê atenção. Afinal, a memória nem semprefala, para isto é mister avivá-la com a invenção, a que recorro a fim de receber de volta pedaços do passado. (Piñon, 2009, p. 112)
Y es sobre ese presupuesto que el yo de la escritora construye no solo su obra autobiográfica, sino también su trayectoria de escritura y su vida misma. Nélida cree profundamente en la capacidad inventiva y revitalizadora de la memoria, como lo revelan las experiencias de vida narradas y las reflexiones que sobre la memoria que emite. De hecho, desde el inicio de sus dos obras autobiográficas, Piñon deja claro que lo que allí se encuentra registrado es producto de la memoria y la ficción: “Meu testemunho é impreciso. Misturo a colheita da memória com a invenção, porque é tudo o que sei fazer” (2009, p. 7). Al asumir el carácter ficcional de su autobiografía, esta se convierte en un ejercicio metaficcional en la medida en que el yo ofrece reflexiones sobre los mecanismos con los que está construida la escritura autobiográfica, al punto que teoriza aspectos claves del género, como el problema de la identidad personal, la memoria, y la dicotomía entre historia de vida e invención.
En esa vía, la experiencia autobiográfica de la escritora brasilera hace eco de los pensamientos de Gaston Bachelard, para quien “toda realidad, tanto la presente, como la que permanece como una herencia de épocas desaparecidas está idealizada, vertida en el movimiento de una realidad soñada” (1982, p. 135). Para Nélida no hay distinción entre la literatura y la vida o entre ficción y realidad, pues “os enredos literários, de fato, confundem-se com nossas vidas” (Piñon, 2009, p. 113). De este modo, algo significativo en la obra autobiográfica de Nélida Piñon es su creencia en la falsa oposición entre realidad y ficción, a diferencia de otras autobiografías que se empeñan en demostrar la veracidad de lo narrado.
Sobre esta discusión del carácter ficcional de la vida, ya desde inicios de los años veinte del siglo pasado el teórico y crítico literario Mijaíl Bajtín, en su estudio sobre autor y personaje en la actividad estética, al hacer una caracterización del valor biográfico en la relación narrador-héroe anuncia la naturaleza fabuladora de la vida en la obra literaria. El crítico considera que uno de los valores que organizan la vida y los actos de un héroe biográfico es “la voluntad de vivenciar el fabulismo (la aventura) de la vida, la heterogeneidad de la vida exterior e interior” (Bajtín, 1982, p. 137). Esta noción de fabulismo da cuenta “del carácter abierto, inacabado, cambiante, del proceso vivencial, que se resiste a ser fijado, determinado, por un argumento” (Bajtín, 1982, p. 140). En su análisis, Bajtín sugiere que la reflexión y valorización sobre el proceso vital es lo que nos enfrenta a dicha condición como fundamento del contenido del devenir existencial. De lo contrario, es decir, en ausencia de esa reflexión y valorización, estaremos frente a la mera facticidad del acto, producto de “la vitalidad puramente biológica: una simple concupiscencia, una necesidad, una atracción” (Bajtín, 1982, p. 140).
En esta misma perspectiva, y como resonancia de las Vidas imaginarias de Schwob, Roland Barthes en sus textos Sade, Fourier y Loyola (1997 [1971]) y La cámara lúcida (1989 [1980]) se refiere a la narración de la vida como captura de imágenes instantáneas, relato de pequeños detalles, de pormenores, de ciertos rasgos: biografemas, “que pueden por sí mismos, decir todo de un individuo” (Dosse, 2007, p. 307):
Si fuera escritor, y muerto, como me gustaría que mi vida se redujese, gracias a un biógrafo amistoso y sin prejuicios, a unos detalles, a unos gustos, a algunas inflexiones: podríamos decir «biografemas», cuya distinción y movilidad podrían viajar libres de cualquier destino y llegar, como los átomos epicúreos, a cualquier tiempo futuro, condenado a la misma dispersión […]. (Barthes, 1997 [1971], p. 15)
Este neologismo, “biografema”, se presenta en el relato biográfico y autobiográfico como la posibilidad de convertir en signo cualquier detalle ínfimo, íntimo, totalmente cotidiano y corriente de la existencia. Este signo está abierto a las múltiples significaciones que intenten dar sentido a la existencia, pero no fija y cerrada, sino, en palabras de Barthes, dispersa, con espacios vacíos, constituida por un flujo de imágenes entrecortadas por la irrupción de otro significante de ese signo; una existencia fragmentada, múltiple, cambiante, abierta, como ya lo proponía Bajtín en el estudio presentado.
La consideración de una autobiografía basada en biografemas se erige en contraposición a la concepción tradicional de biografía, en tanto esta nueva manera de acceder a la narración de la vida está basada en la fragmentación y pulverización del sujeto, un poco “como las cenizas que se arrojan al viento tras la muerte” (Barthes, 1997 [1971], p. 15); por tanto, sería imposible pensar la existencia desde la idea de totalidad, unidad y veracidad sobre la que se pretendía fundamentar la autobiografía tradicional.
En la reconstrucción del yo poco interesa lo que “verdaderamente” ocurrió, porque la realidad de la vida de Nélida se construye a través de los instantes y los detalles, biografemas, de las narraciones e historias que escuchó, y que también fueron producto del poder inventivo de la memoria. De igual modo, su cotidianidad está marcada por el ejercicio constante de la imaginación, de la vida soñada, de la invención, que le permiten definirse como viajante incansable:
Certamente a vida real, com atos discretos, confunde-se com a vida sonhada, mais retumbante e sonora. Oscilo, pois, entre o que a realidade me obriga e o que a imaginação sugere. Mas não posso fugir dos anseios impostos por uma imaginação recalcitrante, insatisfeita. Aliás, foi este mundo sensível e desordenado que presidiu algumas das minhas decisões existenciais. Ainda hoje, é a imaginação que ordena que viaje, saia de casa, visite o mundo. (Piñon, 2009, p. 201)
En efecto, memoria e imaginación se convierten en las compañeras inseparables del viaje existencial de Nélida, pues son las que le dan las claves para explicar la estadía de su ser en el mundo o, mejor decir, la estadía de su ser en la ficción, porque el mundo en el que Nélida existe es el de la ficción. Esto ocurre no porque su trabajo como escritora le incite a permanecer en un modo creativo o inventivo, sino porque la concepción de realidad de Nélida traspasa esquemas binarios de verdad y mentira, narración y acción, historia e invención, pues para ella “a vida que nunca é vã, instaura-se também na matriz da invenção” (Piñon, 2009, p. 271). Con esto, vemos cómo el ejercicio de la memoria genera el desplazamiento entre la mismidad e ipseidad propias de la identidad del personaje, pues, en principio, el acto de rememorar le permite a la escritora recoger esos trazos de la experiencia vivida que la identifican y la definen, y, a la vez, la memoria favorece el surgimiento de esas versiones inventadas que la autora anhela ser y que se proyectan como otros yo de sí misma.
Notas:
2 Nélida Piñon (Río de Janeiro, 1937) es una escritora brasileña con ascendencia gallega. Es una de las mujeres latinoamericanas más representativas en el mundo de las letras por su amplia obra y el reconocimiento que ha alcanzado. Fue la primera mujer en ser presidenta de la Academia Brasileira de Letras en 1996. Entre los premios que ha ganado están el Premio Internacional Menéndez Pelayo en el 2003 y el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en el 2005. Su obra cumbre es La república de los sueños publicada en 1984.
Origen de una escritora
En esa interpretación de sí, teniendo como recursos la memoria y la invención, la escritora transita de manera recurrente por imágenes de su niñez, porque, tal como ella lo narra, “o sentimento do traslado veio-me da infancia” (Piñon, 2009, p. 37). Ese tránsito se da, sobre todo, entre aquellos recuerdos que ofrecen marcas de su estar en el mundo —ficción— como escritora. Con esto, “el acto autobiográfico es simultáneamente acto de escritura y acta de nacimiento de esa escritura: todo nacimiento —figura de origen— remite siempre a los recuerdos de ese nacimiento. A menudo los llamamos recuerdos de la infancia” (Rosa, 1990, p. 59). De esta manera, es en la infancia en donde el yo narrativo encuentra las justificaciones de su ser como escritora y como viajante eterna por los laberintos de la memoria y la ficción.
A partir de ese regreso a su infancia, Nélida crea una yo-niña cuestionadora, aventurera, soñadora, versión que se presenta como la síntesis del movimiento entre memoria e imaginación: “Talvez a criança Nélida, que fui, seja uma mera invenção, una fábula imprecisa. Como alcançar o passado e atualizá-lo no empenho de trazê-lo à tona?” (Piñon, 2009, p. 23). Al respecto, Bachelard advierte, casi que como respuesta a esta última pregunta de Piñon: “Para forzar el pasado, cuando el olvido nos acorrala, los poetas nos invitan a reimaginar la infancia perdida. Nos enseñan ‘las audacias de la memoria’. Hay que inventar el pasado, nos dice un poeta” (1982, p. 167). Y eso es lo que precisamente Nélida hace en el intento de constitución de su yo: inventa el pasado.
A través de la narración de fragmentos de vida con su familia, Nélida va descubriendo trazos del sentido de su ser, ese carácter de permanencia constitutivo de la identidad narrativa —mismidad—, en tanto afirma: “Sou feita de marcas que só conseguiria acentuar com o socorro da mãe, dos parentes, dos que construíram o tempo em minha companhia” (Piñon, 2009, p. 23). Del mismo modo, esa yo-niña cuestionadora desde muy temprano se pregunta por su identidad y las posibles referencias las busca en los relatos de sus familiares:
[…] fazia-lhes perguntas, mas os familiares saciavam parte apenas da minha curiosidade. As porções faltosas, eu as completava com aimaginação. Mas sem reclamar, pois bastava olhá-los para constatar a sinceridade com que me falavam, dando-me indícios suficientes para provar quem eu era. (Piñon, 2009, p. 87)
Nélida dibuja a una yo-niña decidida a usar su imaginación para entender la historia de su familia, que es también la suya. Hija de inmigrantes gallegos, la pequeña Nélida solo tiene las referencias de las narraciones, es decir las palabras, para hacerse una idea del lugar del que proviene. Y al ser los relatos de sus parientes el resultado de una construcción de la memoria y la invención, en tanto “Às vezes, suspeitava da veracidade do seu fio narrativo, confiava mais nos meus parcos ingredientes para avivar minha imaginação” (Piñon, 2009, p. 86), Nélida conserva su historia familiar en una realidad que no busca ser verídica porque se mantiene en una instancia ficcional, al igual que la construcción de sí misma.
En el tránsito por esas imágenes de la infancia, avivadas por la escritura autobiográfica, Nélida se descubre narradora innata, pues sus antepasados incentivaron, sin saberlo, esa vocación: “Os tios, os avós e os país tinham histórias para contar. Ao ouvi-los, eu imergia em uma espécie de mistério que urgia elucidação e que dependia dos recursos alheios para entender a passagem dos dias” (Piñon, 2009, p.93). Además de justificar la presencia del arte de narrar en su vida como herencia de su familia y de su condición de inmigrante, Nélida encuentra que su memoria y su identidad se han construido por las imágenes que desde su infancia se hizo de los relatos de los otros:
Eles foram os primeiros modelos com os quais exercitei a imaginação, confrontei experiências, desacordos, surpreendi comportamentos ambíguos […]. Eles ajudavam-me a participar da trama alheia, relatando suas próprias histórias. Ao ouvi-los, eles antecipavam um enredo igual ao que eu vivera no futuro. (Piñon, 2009, pp. 164-165)
Las figuras que recrea de sus familiares también están diseñadas a su modo, es decir, con los rastros que su memoria le entrega y su imaginación moldea, para asignarle a cada uno un papel determinante en la construcción de su yo, en su formación como escritora y como ser viajante, errante, en tránsito constante, físico y metafísico: “Falo demais da família. Excedo-me em seus méritos. Talvez exagere para me convencer de que eram como eu os desenho. […] Por onde esta gente terá andado para eu ser como sou? Estes familiares refletem a minha história” (Piñon, 2009, p. 164).
Quizás es la figura del abuelo Daniel la más relevante en la construcción autobiográfica de Nélida Piñon. De él heredó, además de su nombre —porque el nombre Nélida es resultado de un juego de letras con el nombre Daniel—, su lado narrativo y andarilho:
Foi com o avô Daniel […] que aprendi, quem sabe, os primeiros passos da arte de narrar. E foi ele quem iniciou, em meu nome, antes do meu nascimento, antes de ofertar-me esta terra singular chamada Brasil, esta viagem a ser prosseguida pela neta. (Piñon, 2009, p. 200)
Con su abuelo, Nélida aprendió a transitar por las calles de Río de Janeiro escuchando las historias que tenía para contar. Las aventuras todos los veranos en São Lorenço, sur de Minas —“patria da infancia” (Piñon, 2009, p. 58) que guarda la memoria de Nélida— eran organizadas por su abuelo Daniel. Fue de él que escuchó las primeras referencias de Cotobade, región española que su familia había dejado para intentar la vida en América:
Galícia, complacente com a minha ignorância, nutria minhas quimeras. Locupletava-se de longe com as homenagens que lhe prestávamos sempre que lhe mencionávamos o nome durante as refeições. Eu mesma, confusa diante de tantas designações, indagava o quanto esta origem me afetava. (Piñon, 2012, p. 82)
El ejercicio familiar de recordar constantemente el origen gallego es el que lleva a Nélida a imaginarse como andariega, errante, ni de aquí ni de allá, pero, a la vez, con pertenencia a los lugares que la acogieron, Brasil y Galicia. Por eso, el deseo y la necesidad de viajar a través de la imaginación y la invención hecha palabras son bases de la construcción de su ser:
Viajo o tempo todo. Dentro e fora de mim. Como exiliada, tenho a pátria certa no coração e as outras terras na imaginação […]. Ao longo da jornada, distribuo migalhas de pão à guisa de palavras. Verbal e carne, não sei onde se situam minhas fronteiras. (Piñon, 2012, p. 94)
A pesar de que en las obras sobresalen los viajes en el plano de lo metafísico, un viaje a los diez años a Galicia, la tierra de sus abuelos y padres, se convierte enmarca fundamental de la autobiografía de Nélida. Para ella es un viaje decisivo, porque su espíritu aventurero y su imaginación adquieren total libertad: “Uma viagem iniciática que dispensava testemunhas. Eu, e ninguém mais, indo ao encontro das forças vivas de Galícia. Como forma de tecer na imaginação o seu repertório de lendas” (Piñon, 2009, p. 105). Anduvo sola por los montes con los animales, asistió a los festejos y, lo más importante, recogió infinidad de historias contadas por los aldeanos, que después harían parte de su historia de vida y de la de sus personajes:
Era comum sentar-me no final da tarde ao lado dos velhos à beira da norte, cobrando-lhes histórias […]. Exigia deles lendas imortais, que eu transportasse comigo ao voltar ao Brasil. […] E, quanto eles davam início a uma narrativa sem tempo certo para encerrar-se, fui aprendendo que só saberia narrá-las no futuro, e com relativa fidelidade, se me convertesse na escritora. (Piñon, 2009, p. 99)
La libertad que la pequeña de diez años experimentó en Galicia fortaleció esa práctica familiar de narrar: “apurei meu instinto narrativo, já trazido do Brasil” (Piñon, 2009, p. 113), y también le ayudó a comprender, por su propia cuenta, que el arte de escuchar y recolectar historias requería de paciencia y de una entrega a la imaginación que debía explorar y cultivar. Esa agudización de su instinto narrativo favoreció la aparición de un sueño, al modo de los niños cuando sueñan con su futuro:
Expandia-me ao percorrer Cotobade. Uma voz libertária anônima persistia em sussurrar que seria um dia escritora. Igual aos autores dos livros que lia, também eu contaria histórias, lidaria com os restos mortais dos humanos que relatavam suas vidas a fim de ter o nome atado a uma brochura que passava de mão em mão. (Piñon, 2009, p. 114)
Nélida recrea el origen de su vocación como el surgimiento de un sueño de infancia que desde que apareció se propuso perseguir y sigue tras él, porque la escritura se convirtió en su sombra: “Para onde esta sombra vá, que sou eu, vou junto. Sua turbulenta trajetória cobre-me de emoção e fé. Esta sombra vigia-me enquanto me devora” (Piñon, 2009, p. 254). A la vez, la literatura hecha escritura representa su alivio y su salvación: “A literatura atraca-se ao ser e salva-o” (Piñon, 2009, p. 215).
Desde los recuerdos del viaje a Galicia, Nélida menciona los libros que lee, los cuales también suscitan ese deseo de convertirse en escritora. El ingreso en el mundo de la literatura proporciona una experiencia distinta a la pequeña Nélida, pues el encuentro con la lectura y la palabra impresa alimenta aún más su espíritu andariego y viajante. De hecho, “a literatura […] surgia do meu lado andarilho, desenvolvido sobre o resguardo do mistério” (Piñon, 2009, p. 114). Así, la lectura abre nuevos caminos a su viaje interminable por la imaginación: “Uma vez que desse posse a um volumem, teria a chave do mundo, abriria portas, pularia cancelas, seria dona de intensas emoções” (Piñon, 2009, p. 122).
Nélida evoca una memoria de lectura que le permite reconocer a quiénes y qué leía: “Lia, com igual paixão, a Bíblia, Zevaco, Karl May, Dumas, Lobato, e Romeu e Julieta, de Shakespeare, deslumbrantes mentirosos” (Piñon, 2009, p. 136), de los cuales extrajo su idea de realidad fuera de los esquemas físicos, lógicos y racionales: “Todos eles, porém, ao me fazerem crer na vida, transmitiam-me a noção básica de que convinha exceder-se a fim de concretizar o enlace humano, o difícil e desejado casamento entre o real e o imaginário, o céu e a terra” (Piñon, 2009, p. 137).
Con la lectura Nélida inicia un recorrido por la ficción, apropiándose y encarnándose en los personajes de las historias que lee: “Eram eles que me permitiam dispor de vidas adicionais. Porque meu lugar fora sempre ao lado dos personagens que os autores criaram e eu endossei” (Piñon, 2009, p. 137). Creyéndose un personaje más de sus lecturas, Nélida se reafirma como andarilha, aventurera, viajante de la imaginación, pero esta vez no son las historias que escucha e indaga, sino las que lee e interpreta, porque leer para Nélida también es crear; en cada lectura se entrega a la invención de sí.
En síntesis, el recorrido del yo por las imágenes de la infancia diseña a una Nélida-niña narradora innata que sueña con ser escritora y que desde sus primeros intentos de viaje imaginario se pregunta por el yo y por la cuestión de su identidad. Es en la adolescencia, a través de la lectura y la inmersión en el mundo ficcional, que descubre la posibilidad de narrarse en la ficción, es decir, ser en la ficción: “Eu ia compreendendo que era possível identificar-se com o próprio eu através de um enredo com traços novelescos, no qual se fundem fantasia e realidade. Assim começara a me narrar, a narrar certa história para mim mesma” (Piñon, 2009, p. 151).
La escritora y sus otros yo
En las obras autobiográficas de Piñon, la construcción del yo termina ofreciendo versiones no de lo que el sujeto es, sino de lo que desearía ser. Ese ser que se proyecta como anhelo en la construcción de sí, resultado de la dimensión de ipseidad en la búsqueda identitaria del ser, posibilita la existencia de otro yo. En la escritura autobiográfica de Nélida ese otro yo toma varias acepciones. De un lado, es claro que, al mirar para sí o reflexionar sobre sí misma para escribir su autobiografía, el yo es un producto ficcional, porque se convierte en un personaje más de la invención de la escritora. Nélida nos advierte de eso al afirmar que todo lo que se encuentra registrado en sus memorias es el resultado de un movimiento entre su memoria y su imaginación, de ahí que el yo narrado sea otro yo, aquel que la escritora cree que es o que desearía ser.
De otro lado, las figuras familiares y las experiencias que comparte con ellos son relatos que sobrevienen del mismo juego entre memoria e invención, de manera que los familiares más significativos se erigen como personajes que existieron en la vida de Nélida, pero que ella recuerda y crea como más le conviene para la construcción de su yo. Con esto, “yo se escribe a sí mismo como otro, se transforma en él, (se) escribe al (en el) otro como sí mismo” (Rosa, 1990, p. 56), es decir, Nélida recrea sobre todo la imagen de su abuelo Daniel, su padre y su madre proyectando su yo en ellos, pues cada uno aporta fragmentos al yo que Nélida fabula ser. De su abuelo heredó el lado andariego, su padre la incursionó en la lectura, y la imagen de su madre se erige explícitamente como otro yo de la escritora: “Eu sou minha mãe. Sou filha da mulher que me pariu. Reproduzo-lhe os gestos, as palavras, a longa aprendizagem do ser humano” (Piñon, 2009, p. 183). Del mismo modo, como mencioné, Nélida se reconoce en las historias que otros narran, en ese sentido son sus parientes, como otros, quienes definen su ser: “Comoveu-me pensar que me originara deles, eles eram a minha história” (Piñon, 2009, p. 85).
Por último, los otros yo de la escritora sobrevienen de esa posibilidad de narrarse y explicarse a través de su contacto con la lectura. La entrada a la literatura hace que Nélida cree un sujeto autobiográfico que pretende ser miles, pues encuentra en los personajes de las historias que lee las figuras ideales para proyectarse: “Esta espécie de simulação recorda-me o passado. Adolescente, divertia-me em carregar às costas um sem número de personagens, saídos todos de um só molde. Fantasiava em ser quem não era” (Piñon, 2009, p. 258). Por ejemplo, las imágenes de Simbad, de un pájaro y de una mariposa le sirven de metáforas para explicar su autodefinición como andarilha, como viajera, ser en constante tránsito y transformación: “Ao desejar ser, às vezes, um Simbad marinheiro, em vez da mulher condenada ao degredo do lar, eu simplesmente determinava o grau da minha intensidade interior” (Piñon, 2009, p. 159).
Expresado en forma de deseo, Nélida pretende ser otros que ella no es, y en ese juego de identidad entre el yo y el otro yo va construyendo múltiples versiones de sí misma. De hecho, declara que se concibe producto de múltiples vidas, pues de otro modo no podría definirse, y es solo en la edad madura en que consigue tener consciencia de ello: “Os anos vão forjando a consciência e pergunto-me se a representação da maturidade não é a coragem de viver sucessivas vidas contidas em uma só. E não permitir que nenhuma delas seja destruída em nome de um principio sagrado?” (Piñon, 2009, p. 166).
Era de esperar que la interpretación de sí a la que se entrega Nélida Piñon en su obra autobiográfica no diese resultados determinantes y unívocos de la constituciónde su identidad narrativa, pues a lo largo de su escritura demuestra que su vida y su ser en el mundo no están inseridos en esquemas cerrados y limitantes, sino que, todo lo contrario, se mueven en una realidad y un mundo amplio y asimétrico. Esa concepción de realidad que Nélida despliega en su narrativa autobiográfica le permite ser a la vez Nélida Piñon, la escritora brasilera, hija de inmigrantes gallegos, y también aquello que ella fabula ser.
La perspectiva de identidad de Nélida no se basa en la definición de la individualidad del sujeto y aquello que lo hace distinto a los otros, lo que contemplaría solo la dimensión de la mismidad de la identidad personal, sino que consiste en la reconstrucción de los fragmentos que le permiten encontrar su yo en los otros, es decir su carácter de ipseidad. Pareciera que ese yo narrado nos da pistas de su propia forma de constitución, entretejiéndose con los pensamientos de Ricoeur sobre la identidad narrativa:
E isto porque sou híbrida, como qualquer indivíduo. Muitas mulheres em uma só pessoa. Portanto, é inevitável palmilhar a falsa singularidade, que não deixa de ser um cárcere. Em geral confundo-me com personagens livrescos e seres da vida, que frequentam a casa, e por quem tenho estima. (Piñon, 2009 p. 173)
Para Piñon el humano es un ser complejo y fragmentado que siempre se está buscando y reinterpretando, por lo tanto nunca podrá ser una unidad completa y terminada. Esta concepción dialoga con el pensamiento de Bachelard:
El ser humano considerado tanto en su realidad profunda como en su fuerte tensión de devenir, es un ser dividido, un ser que se divide de nuevo no bien se confía por un instante a una ilusión de unidad. Se divide y luego se unifica. (1982, p. 141)
Ahora, es claro que el ejercicio de rememorar interviene en la proyección del yo en otros y en la construcción de los otros como yo. Con ello, el movimiento de la memoria no se da solo del pasado al presente, sino que al enfrentar el rastro del pasado, que guarda la memoria, con lo que el yo desearía ser se está trasladando la imagen hacia lo que podría llegar a ser en el futuro. Es decir, el tránsito de la imagen de pasado a presente posibilita su existencia en el futuro. En efecto, la memoria en la obra autobiográfica de Nélida Piñon es también futuro, coincidiendo con la visión de Donaldo Schüler, quien, citando a Derrida, manifiesta que “Não cabe à memória devolver o passado, comprometida que está com o futuro. O passado é irrecuperável. Reconstruir o que quer que seja será sempre projeto. Futura é a memória dos construtores” (2012, p. 152) y reafirma “A memória, disponível ao que vem, é memória do futuro, mesmo que o evocado revenha do passado” (2012, p. 170).
Esa constitución de sí mismo como otros yo también implica movimiento del yo hacia el otro y del otro hacia el yo. Así, en la experiencia de narrarse y definirse como otros y a través de las historias de los otros, el ser de Nélida sigue siendo protagonista de tránsitos, reafirmándose como viajera, errante, andarilha. Esa es tal vez la caracterización más precisa y fija a la que Nélida llega después de la experiencia de escritura autobiográfica, pues hasta el acceso a la muerte seguirá representando un viaje para su ser: “A morte é […] tomar um caminho que não sabe por onde o leva e do qual nunca mais se retorna” (Piñon, 2009, p. 227).
El fin del tránsito
La cercanía de la muerte está relacionada con el fin de la vida material, lo que incentiva la búsqueda de sí que revela la autobiografía. De hecho, la escritura autobiográfica se erige como la única prueba física de existencia del escritor después de su muerte. Si bien toda su obra representa parte de su yo, es la escritura autobiográfica la que da pruebas, aunque ficcionales, de sus marcas de permanencia en el mundo.
La presencia de la muerte ronda constantemente la experiencia autobiográfica de Nélida Piñon. Las imágenes del fallecimiento tanto de sus parientes como de sus amigos más cercanos son las que motivan el surgimiento de nuevos relatos sobre ellos, además de augurar la proximidad de su propia muerte: “Sabedora, nesta tarde cinzenta da Lagoa, que serei a próxima a partir, embora desconheça qual pedra lançada da funda do Senhor há de golpear-me a cabeça, como se o próprio David me aguardasse na outra margem do rio Estige” (Piñon, 2009, p. 246). La muerte, en la experiencia autobiográfica de Nélida, se vislumbra como la última instancia a la que el ser espera llegar después de un viaje existencial por parajes indómitos y desconocidos, extraídos de las ruinas de la memoria y de la magia de la imaginación. Al final Nélida declara “Vou morrer e nada sei” (Piñon, 2012, p. 206), y mientras espera que la mano intangible de la muerte la toque “o mundo se agita de forma imperceptível e mal se escuta o suspiro de uma mariposa que voa no afã de percorrer a Terra” (Piñon, 2012, p. 207).
Referencias
Bachelard, G. (1982). Poética de la ensoñación. Trad. Ida Vitale. Fondo de Cultura Económica.
Bajtín, M. (1982). Autor y personaje en la actividad estética. En Estética de la creación verbal. Siglo xxi Editores. Pp. 13 - 190
Barthes, R. (1997 [1971]). Sade, Fourieur, Loyola. Ediciones Cátedra S. A.
Barthes, R. (1989 [1980]). La cámara lúcida. En Notas sobre la fotografía. Ediciones Paidos Ibérica S.A.
Bobbio, N. (1997). O tempo da memória: de senectute e outros escritos autobiográficos. Campus.
Dosse, F. (2007). El arte de la biografía: entre historia y ficción. Universidad Iberoamericana.
Piñon, N. (2009). Coração andarilho. Memórias. Editora Record.
Piñon, N. (2012). Livro das horas. Editora Record.
Ricoeur, P. (1996). Sí mismo como otro. Siglo xxi Editores.
Rosa, N. (1990). El arte del olvido. Puntosur.
Schüler, D. (2012). Afrontar fronteiras. Movimento/Braskem.
Souza, R. (2010). Memória e imaginário. En Z. Bernd (Org.), Dicionário das mobilidades culturais. Literalis. Pp. 247-268
Souza, R. (2012). Chaves para ler as Memórias inventadas, de Manoel de Barros. Revista de Estudos de Literatura Brasileira Contemporânea, (40), 99-112.