Artículo de Investigación
Vol 3 nº 2
Contra la pretensión de hacer ciencia de la Ética
Against the Pretension of Making Science out of Ethics
Luis Alejandro Castro Mcausland1
Recibido: 23/04/2021 Aprobado: 27/05/2021
Castro Mcausland, L. A. (2021). Contra la pretensión de hacer ciencia de la Ética. Humanitas Hodie, 3(2), H32a1. https://doi.org/10.28970/hh.2020.2.a1
1 Filósofo, Universidad de La Sabana. Correo electrónico: luiscamc@unisabana.edu.co
Resumen
En el presente artículo, en primera instancia, se presenta qué se entiende
por hacer ciencia de la ética. Una vez
aclarado este concepto, se plantea la pregunta central del texto: ¿Es posible hacer ciencia de la ética?
Posteriormente, se expone un recorrido por la literatura académica reciente sobre Wittgenstein y la
relación de la filosofía
de este con la ética, con la intención de contrastar la reflexión que desarrollo. A través de esto, se
expresa la
imposibilidad de hacer ciencia de la ética, en tanto que la ética está más allá del lenguaje
proposicional necesario
para hacer ciencia. Así pues, se muestran las falencias presentes en aquellos autores que intentan
presentar una
teoría ética. Al evitar los problemas relacionados con los intentos cientificistas de cooptar la ética,
se explica si
hay posibilidad de hacer ética una vez despojados de las constricciones del lenguaje proposicional.
Finalmente,
se concluye que existen maneras de hacer ética incluso si la ciencia no es una de ellas.(1) realizar
una consideración epistemológica
por parte del feminismo latinoamericano que tenga en cuenta la pluralidad de relatos violentos en
Latinoamérica; (2) analizar
relatos de mujeres partícipes en la guerra que permitan evaluar el rol de la
mujer más allá de su simple victimización; (3) examinar
la situación de la mujer dentro de los
conflictos bélicos colombianos y presentar cómo se diferencia de las situaciones de guerra ocurridas en
Europa. Todos estos puntos permiten evaluar cómo la guerra en Colombia ha sido fundamental para
contemplar los roles de las mujeres más allá del de víctima, como, por ejemplo, las mujeres activistas
que han participado en la reconciliación y el ejercicio de memoria histórica durante el acuerdo de paz y
el posacuerdo. Dicho logro promueve un porvenir del feminismo que abre nuevos espacios de acción para la
mujer, los cuales, debido a la limitación de este trabajo, quedan aún por explorar.
Palabras clave: ética, Wittgenstein, ciencia, lenguaje, relativismo, cientificismo, Darlei
Dall’Agnoll.
Abstract
In this article, we will first present what is meant by making a science out
of ethics. Once this concept
has been elucidated, the central question of the text is posed: Is it possible to make a science out of
ethics? Later, we present a review of recent academic literature on Wittgenstein and the relationship
of Wittgenstein's philosophy to ethics, intending to compare his reflection on development.. Through
this, we express the impossibility of making a science out of ethics, as ethics is beyond the
propositional
language needed to make science. Thus, we present the shortcomings of those authors who attempt
to give an ethical theory. Then, by avoiding the problems associated with scientistic attempts to co-opt
ethics, we explain whether doing ethics is possible after the constraints of propositional language have
been removed. Finally, it is concluded that there are ways to do ethics, even if science is not one of
them.
Keywords: Ethics, Wittgenstein, science, language, relativism, scientific, Dall’Agnoll.
Introducción
Sentimos que aun cuando todas las posibles cuestiones científicas
hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han
rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda
pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta.
(Wittgenstein, 2017,
6.52)
Desde el comienzo de su filosofía en el Tractatus, es claro que la ética se encuentra
más allá del alcance de las ciencias. Si bien las razones particulares para esta distinción
evolucionarán a lo largo de su vida, es central la preocupación por limitar
y definir claramente de qué se puede hablar en términos proposicionales. Incluso
desde la filosofía de los griegos antiguos la ética ha sido uno de los ejes fundamentales de los
problemas vitales, por lo que es claro en el análisis wittgensteineano que
se encuentra más allá de la ciencia.
Para poder mostrar la imposibilidad de hacer ciencia de la ética, antes es menester presentar clara
y distintamente este concepto. Una vez presentado el concepto, se puede ahondar en los graves
problemas que surgen de abordar la ética
de esta manera. Esta exploración de los problemas se hará desde una perspectiva
anclada en la filosofía de Wittgenstein, sin limitarnos a un periodo concreto de su
producción filosófica, sino tratando de dilucidar una imagen de esta crítica que sea
relevante a toda su obra.
Ocurre que esta imagen puede verse incluso antes de la publicación del Tractatus, pues el 30 de
marzo de 1916 Wittgenstein escribe “¡Es difícil llevar una vida
buena! Pero la vida buena es bella. ‘¡Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya!’”
(2007, p. 57). Al contrastar la vida de Wittgenstein con su obra, podemos ver fácilmente que las
interpretaciones cientificistas que han surgido sobre esta —aquellas
que relegan la metafísica y la ética a la no-existencia— son las malinterpretaciones
de sus textos. Estas perspectivas, otrora defendidas por algunos miembros del Círculo de Viena, han
sido un prejuicio nocivo que ha influenciado la visión que se
tiene de Wittgenstein hasta el día de hoy.
Otro objetivo implícito en este artículo es esclarecer aquella confusión que
pretende excluir la filosofía wittgensteiniana del campo de la ética. Sin embargo, no basta con
mostrar que se puede ver la ética desde Wittgenstein, sino que
también hace falta expresar cómo es que puede haber ética después de Wittgenstein. Para ayudar en el
cumplimiento de esta tarea, se presenta una lectura
de múltiples fuentes en la literatura académica reciente sobre el tema, a fin de
contrastar la postura defendida en el presente artículo con lo que se ha dicho
hasta ahora.
Ciencia de la ética
Para poder controvertir una noción, primero es necesario representarla apropiadamente. Una
advertencia similar es presentada por Wittgenstein (1913) al criticar La
ciencia de la lógica de Coffey: “El Sr. Coffey, como muchos lógicos, saca gran ventaja
de una manera poco clara de expresarse; pues si no puedes distinguir cuando quiere
decir ‘Sí’ o ‘No’, es difícil argumentar contra él” (p. 2, la traducción es propia).
La ciencia requiere un lenguaje proposicional que pueda asignar a su objeto de
estudio un lugar dentro de las categorías de lo verdadero y lo falso. Tiene por objetivo
la elaboración de teorías que nos permitan alcanzar un mejor entendimiento de la
realidad. Llega a conclusiones que pueden ser aplicadas de manera general. Se caracteriza por un
método empírico, tecnificado y sistemático que presenta un modelo de
la realidad, el cual se sabe que se corresponde con esta por medio de la verificación.
Es claro, entonces, que al igual que con cualquier otro campo, la ciencia de la
ética tendría que corresponderse con estos criterios previamente descritos. Cuando
MacIntyre (1957) dice:
Y esto pone de manifiesto que es porque Sartre y Simone de Beauvoir
se ocupan de la moral de este tipo y de esta manera que presentan y
solo pueden presentar sus conocimientos en forma de novelas y no de
análisis lógicos. (p. 335, la traducción es propia)
No se está refiriendo a una limitación o problema intrínseco a la ética, sino a un
error por parte de Sartre y Beauvoir en su planteamiento concreto de la ética. De
esta manera, autores similares a él considerarán que sí podemos tratar la ética en
términos de análisis lógico. Todas estas consideraciones arrojan luz sobre lo que es
la ciencia de la ética, esto es, la formulación de teorías éticas a través de un análisis
lógico de “hechos” que “se encuentran en el mundo”.
Otro aspecto de la ciencia de la ética, hasta ahora no mencionado, radica en el
rechazo hacia el trato que el lenguaje ordinario da a los problemas éticos. Si bien
las razones para este rechazo son tan numerosas que un análisis de estas sería digno
de un artículo en sí mismo, para efectos de los propósitos de este artículo basta con
señalar las áreas comunes.
Por una parte, se defiende que el lenguaje ordinario confunde conceptos y crea
problemas que solo son pseudoproblemas. Es curioso que una postura similar haya
sido sostenida por Wittgenstein en el Tractatus, pues dice:
La mayor parte de las proposiciones e interrogantes que se han escrito sobre cuestiones
filosóficas no son falsas, sino absurdas. De ahí que no podamos dar respuesta en absoluto a
interrogantes de este
tipo, sino solo constatar su condición de absurdos. La mayor parte de
los interrogantes y proposiciones de los filósofos estriban en nuestra
falta de comprensión de nuestra lógica lingüística. (2007, 4.0003)
No obstante, esta misma postura sería rechazada en su filosofía posterior, motivos que
se exploran en la sección “El lenguaje proposicional y la ética”, del presente artículo.
Por otra parte, está la imposibilidad de hacer un análisis lógico valiéndose solo
del lenguaje ordinario, lo que se configura como un prerrequisito de la ciencia de
la ética, como vimos anteriormente. Una vez presentadas ambas áreas comunes,
queda claro lo que se entiende por ciencia de la ética.
El lenguaje proposicional y la ética
La ética en Wittgenstein no es la construcción de teorías, doctrinas o codificaciones
conceptuales. Es una reflexión práctica, no se trata de una teoría
filosófica.
(Castañeda, 2011, p. 193)
En tanto la ética no puede entenderse como una simple reflexión preocupada por
criterios de verdad o falsedad, esta no puede ser teoría. Esta es una ética que no se
queda en los pseudoproblemas de aquellas que intentan expresar lo inexpresable, sino
que, por el contrario, se dirige aporéticamente a los problemas centrales a la experiencia humana.
En este sentido, es más similar al tratamiento que da el arte a su sujeto.
El lenguaje proposicional es incapaz de tratar esta ética por múltiples razones,
las cuales serán expuestas a continuación. Una de estas, si no la más importante,
radica en que las proposiciones no pueden expresarla dada su naturaleza no jerárquica. La ética, que
trata imperativos y absolutos, necesariamente tiene que poner
ciertas nociones por encima de otras.
Él [Wittgenstein] sostiene que, de hecho, no encontraremos tales
afirmaciones [afirmaciones éticas absolutas] expresadas en ningún
lugar por proposiciones; porque, como había sostenido también en
el Tractatus, las proposiciones no pueden hacer más que expresar hechos, y los hechos están todos en
un nivel. (Livingston, 2014, p. 178,
la traducción es propia)
El otro problema que trae el lenguaje científico-proposicional al tratar la ética se
ve en su entendimiento del significado, pues estos lenguajes parten de separar una
palabra de su contexto y aplicarla a otro, lo que es la fuente de la aparente ambigüedad subyacente
al lenguaje que se menciona en la sección “Ciencia de la Ética”. El
error en este planteamiento está en afirmar que este es un problema intrínseco al
lenguaje, no uno que surja por el mal uso de este. Este mal uso consiste en la práctica antes
descrita de sacar las palabras de su contexto. Comprender los distintos
juegos de lenguaje y la diferencia entre los mismos es lo que nos permite hablar, en
un sentido no-proposicional, de la ética. Entonces,
la idea es poner de manifiesto cómo el sentido aparente de las afirmaciones metafísicas depende de
desvincular nuestras palabras de
cualquier aplicación concreta —práctica, científica, moral, religiosa o
de otro tipo—, permitiéndoles así expresar un sentido aparentemente
más profundo que el que tienen de otro modo, precisamente porque
les negamos cualquier aplicación concreta y, por tanto, cualquier sentido claro. (Backström, 2012,
p. 3)
Sobre cómo se habla en ese sentido no-proposicional de la ética, se trata en el siguiente apartado.
Una reflexión práctica
El apartado anterior muestra las maneras en que la ética se resiste a la estructura
lógica de las ciencias. Ahora, se ve cómo es menester tratar la ética para poder hablar con sentido
y entender el sentido de hacer filosofía.
Dice Castañeda (2011) que “se pueden trasmitir ideas sobre lo ético, a través de
las actividades dentro de los juegos de lenguaje o de la estética, como en la poesía y
en la literatura que contienen juegos de lenguaje sobre lo ético” (pp. 193-194). Con
la intención de entender cómo se expresa lo que no se puede decir, es conveniente
recordar la distinción entre ‘decir’ y ‘mostrar’ utilizada en el Tractatus.
Aquello que se dice es lo que se puede poner en términos estrictamente proposicionales, lo que
quiere decir que se corresponde con la ciencia. Por otro lado,
lo que se muestra se da en términos aporéticos, no puede ser dicho en términos
estrictamente proposicionales. Un ejemplo de esto, dado por Wittgenstein en el
Tractatus, es la fórmula aRb, que, si bien no ‘dice” que a esté a la izquierda de R, lo
“muestra” en su estructura. De este modo, la ética hace parte de lo mostrable, mas
no de lo decible.
“Al dejar de estar agobiados por preguntas que no admiten respuestas, podemos permitirnos seguir con
nuestras palabras, nuestros pensamientos y, sobre todo,
nuestra existencia cotidiana con los demás” (Ware, 2011, p. 610, la traducción es
propia). La intención en aclarar el funcionamiento de nuestro lenguaje y la manera
correcta de expresar la ética es terapéutica, ya que permite vivir nuestra vida, acorde
con lo dicho por Ware. A partir de esta consideración, podemos empezar a dilucidar
el sentido de hacer filosofía, que claramente también tendrá un matiz terapéutico.
Este sentido le fue expresado a Rush Rhees (2021) directamente por Wittgenstein
de manera privada: “No intento que creas algo que no crees, sino que hagas algo que
no harás” (p. 43, la traducción es propia). La filosofía se entiende como un ejercicio
práctico destinado a cambiar lo que hacemos, en lugar de lo que pensamos. Y aquí es
cuando más relevancia adquiere el aforismo 6.54 en el Tractatus, a saber:
Mis proposiciones esclarecen porque quien me entiende las reconoce al final como absurdas, cuando a
través de ellas —sobre
ellas— ha salido fuera de ellas. (Tiene, por así decirlo, que arrojar la
escalera después de haber subido por ella). Tiene que superar estas
proposiciones; entonces ve correctamente el mundo. (Wittgenstein,
2017, 6.54).
Como con la analogía de la escalera, quien entiende el sentido de estas consideraciones sobre el
lenguaje, las deja atrás para poder tratar los problemas vitales.
Las reglas del juego
¿Cómo sé que dos personas quieren decir lo mismo cuando ambos dicen
que creen en Dios? Y se podría decir exactamente lo mismo en relación con la Trinidad. La
teología, que insiste en el uso de ciertas palabras y
frases y excluye otras, no aclara nada. (Karl Barth) Ella, por así decirlo,
agita palabras porque quiere decir algo y no sabe cómo expresarlo. Es la
praxis lo que da a las palabras su sentido.
(Wittgenstein, 1994, p. 59)
Cuando entendemos el lenguaje en términos de los juegos de lenguaje, el sentido
de las palabras está dado por el uso de los usuarios del lenguaje. Esto se conecta
con el error que se comete al hacer ciencia de la ética, esto es, sacar las palabras
de su contexto. También es importante traer a colación el concepto de Lebensform
manejado por Wittgenstein en las Investigaciones filosóficas, dado que nos permite
esclarecer otros aspectos del lenguaje.
Un ejemplo de estos es el ya muy conocido aforismo del león: “Si un león pudiera hablar, no lo
podríamos entender” (Wittgenstein, 2017, p. 619). Esto ocurre
debido a la diferencia entre las formas de vida, es decir, Lebensform, de un león
y un humano. No es una incapacidad por parte de uno o el otro, simplemente
la naturaleza de nuestro lenguaje está ligada a nuestra forma de vida. He aquí
la gravedad de sacar el lenguaje de lo que nos es común y conocido a aspectos
que están más allá de esas experiencias. Por esto, hablar de Dios o la Ética solo
lleva a confusiones, no están dentro de nuestra forma de vida, no de la manera en
que los temas de la ciencia lo están. Esta observación no se puede expresar mejor que en la
sentencia dada por Castañeda (2011): “[Wittgenstein] no presenta
una reflexión ética convencional y repetitiva. Todo lo contrario: es una ética que
no se logra aprehender desde el lenguaje, se resiste a la estructura lógica de las
ciencias” (p. 197).
Es este concepto de la ética, junto con las consideraciones prácticas de la filosofía, lo que le
permite a Wittgenstein escribir el 30 de marzo de 1916: “Dios es
lo único que el ser humano necesita” (2007, p. 61). Solo con estas aclaraciones
previas ya podemos prever parte de lo que es la Ética después del análisis realizado
por Wittgenstein.
Literatura académica reciente sobre Ética y Wittgenstein
Ahora que se ha visto la ciencia de la Ética y discutido su posibilidad, es posible
analizar las perspectivas proporcionadas por múltiples autores recientes que han
tratado el tema, para señalar sus errores y aciertos, en función de arrojar luz sobre
el debate al respecto de la relación de Wittgenstein y la Ética.
La gramática “descriptiva”
Esta es una tendencia que ha surgido en torno a la lectura de las Investigaciones filosóficas,
la
cual consiste en interpretar el análisis que hace Wittgenstein del lenguaje
como un ejercicio descriptivo comparable al de los lingüistas. Si bien la intención
de las investigaciones filosóficas es clara en tanto que intenta decir algo sobre nuestro lenguaje
—afirmación que no discutirían quienes defienden esta postura—, la
idea que tienen estos autores del método que utiliza Wittgenstein para llegar a estas
conclusiones no puede estar más alejada de lo planteado en el texto.
Debería ser evidente por la misma estructura del texto que el método no se corresponde con lo que
presentan estos autores, caracterizado por experimentos mentales como el del escarabajo en la caja o
las múltiples situaciones hipotéticas con
base en tribus cuyo lenguaje tiene alguna característica particular. Sin embargo, es
importante despejar las confusiones en torno a la interpretación del libro, dado que
una interpretación empírica de las Investigaciones pone en jaque las conclusiones
del libro. Veamos una postura concreta de esta tendencia:
Wittgenstein utiliza un tipo de antropología descriptiva para exponer
la fetichización de la experiencia ordinaria por parte de los filósofos, y
Marx utiliza un tipo de método similar para mostrar el fetichismo que
realmente constituye las instituciones y prácticas centrales de la vida
cotidiana en la sociedad capitalista moderna. (Kitching y Pleasants,
2013, p. 173, la traducción es propia)
Aquí se comparan los métodos de Wittgenstein en las Investigaciones con los utilizados por Marx para
analizar la sociedad capitalista; pero, no pueden estar más
separados entre ellos. Mientras que Marx realiza abstracciones y predicciones con
base en el funcionamiento del capitalismo en el mundo, para lo cual se vale de
datos e información empírica, la labor adelantada por Wittgenstein en las Investigaciones es
especulativa en cuanto no pretende tener fundamento antropológico.
Es por esto que Wittgenstein no habla de tribus particulares o la sintaxis de alguna
lengua en concreto.
Cuando Wittgenstein dice, como hace a menudo, “Decimos...” o “No
decimos...” esto, de nuevo, se refiere a las “reglas del juego”, a lo que
“podemos” y “no podemos” decir. [...] No podemos decir (con sentido) que el número 7 es incoloro, ya
que no tiene color ni es incoloro.
Tampoco podemos decir con sentido que “[ella] sufre, pero lo muestra”. (Forsberg et al., 2012, p.
71, la traducción es propia)
Cuando Wittgenstein dice “nosotros decimos” o “nosotros no decimos” no lo dice
en un sentido verificable en la realidad, esto es, no nos quiere decir que de hecho
así hable la mayoría de la gente. Por el contrario, se refiere a reglas generales del
lenguaje y su sintaxis. En razón a esto, se deben rechazar estas interpretaciones
“literales” de las Investigaciones.
Ética y estética
Wittgenstein alude a la unidad de la ética y de la estética porque vincula ambas como forma de vida,
a saber, lo esencial para el ser humano, pero de lo que
este no puede decir nada (Gutiérrez, 2020, p. 390). Esta relación de la ética
y la estética va más allá de lo bien señalado por Gutiérrez, esto es, que no
podemos decir nada de ellas en un sentido proposicional. Sin embargo, como
se presentó en la sección “Una reflexión práctica”, ambas comparten que su
expresión se dé por medio de lo mostrable. Esta similitud es lo que las vuelve
parte del conjunto de lo místico, en la acepción de esta palabra usada en el
Tractatus. En ese sentido, lo místico se refiere a aquello que no es decible
pero sí mostrable; en este conjunto estarían aquellos problemas vitales que se
quieren tratar.
Por esto es por lo que, así como el arte no puede reducirse a lo que puede ser
dicho en palabras, la ética igualmente debe verse en términos aporéticos, sin perder
el sentido de lo que se quiere decir al tratar de decirlo. En razón a esto, Wittgenstein (1995) dice
“En el arte es difícil decir algo que sea tan bueno como no decir
nada” (p. 63). Entonces, no es la obra más bella o cargada la que mejor se expresa,
sino aquella que no daña lo indecible tratando de decirlo.
Para este lenguaje [aquel de la estética y la ética] no es relevante su
significado —que no lo tiene como tal— sino lo que siente el espectador como reacción espontánea,
casi como un reflejo proveniente de
la contemplación de la obra. (Gutiérrez, 2020, p. 390)
Esta relación de quien ve una obra de arte y la obra misma se replica en el sentido
ético que expresa una frase, pues al tratar de descomponer la frase en lenguaje proposicional, se
pierde el significado. Wittgenstein le presenta este fenómeno a Paul
Engelmann (1967): “Si solo no se intenta expresar lo indecible [das Unaussprechliche] entonces nada
se pierde. ¡Pero lo indecible estará —indeciblemente— contenido en lo que se ha expresado!” (p., la
traducción es propia). De esta forma, los
filósofos que traten de expresar la ética harían bien en emular a los artistas, antes
que a los científicos.
Creo haber resumido mi posición con respecto a la filosofía al decir:
de hecho, solo se debería poetizar la filosofía. Me parece que de ello
se desprende en qué medida pertenece mi pensamiento al presente, al futuro o al pasado. Pues con
ello me reconocí también como
alguien que no puede hacer del todo lo que querría. (Wittgenstein,
1995, p. 66)
El problema del relativismo
Wittgenstein observa cómo el miedo a la relatividad alimenta muchos
intentos filosóficos de desarrollar una teoría ética con el fin de asegurar o justificar la
objetividad de la ética, pero Wittgenstein encuentra
equivocado este miedo.
(Christensen, 2012, pp. 10-11, la traducción es
propia)
La última de las tendencias de la literatura académica reciente es aquella que presenta la visión de
la Ética de Wittgenstein como relativista, esto es, que pretende
dar igual validez a toda afirmación sobre ética. Esta posición supone un grave peligro para la Ética
propuesta en el presente artículo, en tanto que en el fondo poco
difiere de la crítica que hacen los cientificistas, pues, si todas las afirmaciones éticas
son igualmente válidas, no puede expresarse nada valioso en ética.
¿No tendrás entonces que decir: “Aquí yo podría igualmente bien
trazar un círculo como un rectángulo, o una forma de corazón; pues
todos los colores se entremezclan. Vale todo y nada”? Y en esta posición se encuentra, por ejemplo,
quien, en estética o ética, busca
definiciones que correspondan a nuestros conceptos. (Wittgenstein,
2017, p. 237)
Esta posibilidad ya fue planteada por Wittgenstein en las Investigaciones, lo que
muestra que no es un planteamiento particularmente nuevo o innovador. En el
fondo, se incurre en el error que Aristóteles le señalaba a Heráclito y Anaxágoras:
“la doctrina de Heráclito, al afirmar que todas las cosas son y no son, hace que todas sean
verdaderas, mientras que la de Anaxágoras, al afirmar que hay un término
medio entre los contradictorios, hace que todas las cosas sean falsas” (Metafísica,
IV, 1011b 25-29)
Darlei Dall’Agnoll concluye al final de La ética en Wittgenstein y el problema del
relativismo: “Hay proposiciones morales gramaticales bisagras; por ejemplo, es cierto que no
debemos causar más daños que beneficios para que seamos felices” (p.
153). Para entender las implicaciones de esta conclusión y su fundamento, hemos
de entender el concepto de “proposiciones morales gramaticales bisagras”. Según
Dall’Agnoll (2021), son aquellas
que establecen reglas de uso para nuestro concepto de “moral” o “sistema moral” o “moralidad”,
mientras que proposiciones gramaticales
morales no bisagras tales como “mentir está errado” “no mantener
las promesas es errado” etc., establecen reglas de uso de las palabras
mentir, prometer y así sucesivamente. (p. 147)
Hay cierta convergencia entre el concepto de proposiciones morales gramaticales
bisagras y la Lebensform presentada por Wittgenstein, en tanto que ambas se configuran como un
prerrequisito del lenguaje. Cabe aclarar que la Lebensform aplica
para todo el conjunto del lenguaje humano, mientras que las proposiciones morales
gramaticales bisagras solo aplican a los juegos de lenguaje morales.
Estas proposiciones, más que ser verdaderas o falsas en un sentido proposicional, son necesarias
para poder hablar de moralidad y ética; es imposible que estos
juegos de lenguaje existan sin admitirlas. En ese sentido, podemos establecer una
equivalencia entre la falta de entendimiento entre un humano y un león que habla;
a saber, si los leones tuvieran moral, no sería convergente con la nuestra.
Sostener la tesis de un Wittgenstein relativista se hace imposible al tener en
cuenta las implicaciones necesarias de compartir una forma de vida, es decir, la
existencia de proposiciones morales gramaticales bisagras como las descritas por
Dall’Agnoll. Entonces, el relativismo es superado, en tanto compartir una forma de
vida necesariamente acarrea compartir proposiciones morales gramaticales bisagras,
por lo que se vuelve posible plantear una Ética después de Wittgenstein.
Conclusión
Ética después de Wittgenstein
Cuando algo es bueno, también es divino. Extrañamente así se resume
mi ética. Solo lo sobrenatural puede expresar lo Sobrenatural
(Wittgenstein,
1995, p.
34)
La ciencia de la ética se ha considerado como la formulación de teorías éticas a
través de un análisis lógico de “hechos” que se “encuentran en el mundo”. La ética
no puede entenderse como una simple reflexión de verdad o falsedad; trata de imperativos y
absolutos,
por lo que, necesariamente, las nociones no guardan una
relación de jerarquía. Así, la ética se resiste a la estructura lógica de las ciencias,
constituye una reflexión práctica.
Lo Ético solo se puede mostrar, no se puede intentar decir sin volver inexpresable
lo que se intentaba mostrar. La moralidad puede expresarse en lenguaje ordinario en
la medida en que se respeten las reglas de los juegos de lenguaje; lo contrario lleva a
confusiones y pseudoproblemas que son fruto de sacar las palabras de su contexto.
Así mismo, el cientificismo en la ética se muestra como un error fruto de no
entender la lógica subyacente a nuestro lenguaje. Esta no es una ética rígida y
atemporal, pues, como bien señala Dall’Agnoll (2021), “Ser racional es percibir que
lo que cuenta como razonable muda con el tiempo. Ser razonable es admitir que las
prácticas humanas estén basadas en la racionalidad de nuestra moralidad” (p. 152).
No obstante, como se presentó en el apartado anterior de la sección “Literatura
académica reciente sobre Ética y Wittgenstein”, esto no implica que debamos caer
en un relativismo.
El relativismo se ve abocado por la existencia de proposiciones morales gramaticales bisagras que
unen a
los usuarios de un lenguaje, de la misma manera que
una bisagra es intrínseca al funcionamiento de una puerta, estas proposiciones son
intrínsecas a nuestros juegos de lenguaje morales. La temporalidad no quiere decir
que tengamos que aceptar un relativismo reducido, de la misma manera que no
podemos decir que la topografía es relativa porque sea temporal.
“Acuérdate de la impresión que produce la buena arquitectura; expresa un pensamiento. Se antojaría
seguirla con un ademán” (Wittgenstein, 1995, p. 63).
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