Principios morales en educación (secciones IV y V)
John Dewey (1859-1952) es reconocido por dar continuidad al legado de las primeras elaboraciones del pragmatismo de Charles Pierce y Williams James y a su vez por desarrollar su propio análisis sobre la dimensión social y política de este movimiento filosófico, aporte que sustenta las contribuciones a otros campos de saber y de manera especial a la pedagogía. La reflexión sobre la educación representa un asunto central en el pensamiento del filósofo estadounidense desde el desarrollo teórico, reflejado en su prolífica obra clasificada como pedagógica, y en su actividad política en el movimiento progresista. La doble arista de la vida de Dewey es coherente con uno de los principios pedagógicos promulgados por él: la unión indisociable entre la dimensión moral e intelectual en la formación humana a través de la experiencia, aspecto que fundamenta su crítica a la educación tradicional de su tiempo, la cual propende por el desarrollo de capacidades intelectuales hacia un fin último (apropiación de asignaturas escolares o preceptos morales), fenómeno que se evidencia en la imagen del ciclo escolar como proceso que prepara al niño para la vida adulta por encima, o mejor, a pesar de su experiencia presente. El análisis sobre dicha relación es tratado ampliamente en el texto Moral Principles in Education, publicado por primera vez por Dewey en 1909 bajo el auspicio de la firma Houghton Mifflin Company, de EE. UU., y difundido en 2008 en su versión electrónica por el Proyecto Gutenberg, de donde se extraen los fragmentos originales que en esta edición se traducen al español. Por las razones señaladas, se considera fundamental para la filosofía de la educación contemporánea la difusión de la citada obra en lengua castellana, por la vigencia de sus planteamientos en la reflexión del papel de la escuela, pero sobre todo de la educación, en la formación moral del sujeto, no como un asunto del futuro ciudadano, sino como un aspecto inherente a la vida escolar cotidiana.